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Ambas situaciones demuestran el total abandono en que se encuentran los pobladores del Alto Paraguay. Se está ante una situación extrema al punto de resaltar la desidia de los gobernantes, que nunca quisieron o intentaron siquiera buscar alguna solución a este caótico panorama de la salud que se vive en la zona desde hace décadas.
La muerte de esta joven madre pasa a sumar las estadísticas de las varias muertes de mujeres embarazadas y niños que se dieron en el departamento, precisamente por la orfandad sanitaria, la falta de infraestructura y de personal humano calificado en los hospitales y puestos de salud.
En el Alto Paraguay una de las constantes es la evacuación de pacientes hacia hospitales de mayor complejidad de otras regiones del país, esto por más mínimo que sea la causa de traslado del paciente. La cuestión es que debido a la enorme distancia de estas comunidades, en varias oportunidades, la ayuda llega tarde y se dan situaciones de muerte del paciente.
A esto se le suman otras precariedades que denotan esta situación de abandono, como lo acontecido con el aeropuerto de todo tiempo de Fuerte Olimpo, donde se debió llamar a los pobladores del lugar para que con sus vehículos puedan iluminar la pista y así permitir el aterrizaje de un avión, que debía evacuar a un enfermo hacia la capital del país.
Cómo se puede tratar de entender que esto tenga que suceder en pleno siglo 21. Y es a consecuencia, sobre todo, de la tremenda irresponsabilidad de las autoridades encargadas del aeropuerto, quienes nada hicieron por poner en funcionalidad las luces portátiles, que no funcionan por un simple problema de baterías.
Así la cuestión pareciera que la famosa frase de “vamos a estar mejor”, impulsada por las autoridades de turno, está bastante lejos para los pobladores del Alto Paraguay, pues lo único que se puede visualizar con estos hechos es un total abandono estatal.