Política y cultura

Mientras algunos políticos se confabulan con abogados y fiscales para envenenar la sangre del país, la actividad artística y cultural redobla sus esfuerzos en procura de limpiar la cara de la República. Por ejemplo, el domingo pasado se clausuraron dos ferias de libros: la Chacu-Guaraní, 24 edición, y la de Capel, 27 edición.

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En ambas actividades se presentaron obras de autores nacionales, nuevas o reediciones. Mientras tanto, se realizan actos para recordar el 50 aniversario de “Yo el Supremo”, de Augusto Roa Bastos. También, a la espera de que la Unesco reconozca como Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad a la guarania, creación de José Asunción Flores donde se dibuja el alma paraguaya.

Uno de los libros presentados en la feria de Capel fue la cuarta edición de “La década inconclusa”, de Alfredo Boccia Paz. Es la crónica rigurosa de unos acontecimientos que se iniciaron, en los tiempos de Stroessner, casi como un entretenimiento de jóvenes soñadores y acabaron en una inmensa tragedia que sepultó a mucha gente con sus ideales y afanes.

“La década inconclusa” –cuya primera edición es del año 1997- nos conduce por los laberintos de una época que inducía a los demócratas por lo menos a fantasear sobre la posibilidad de vivir un nuevo tiempo. Ya hacía 20 años que la dictadura mentía al país y al mundo presentando al Paraguay como un oasis de paz, bienestar, justicia. La realidad cotidiana fue muy distinta.

En 1970 las urnas elevaron al poder al socialista Salvador Allende, en Chile. Este acontecimiento alimentó el entusiasmo de un grupo de jóvenes que pocos años después conformaron la Organización Política Militar (OPM) como una estructura para tumbar a Stroessner por las armas. Con las urnas no era posible en momentos en que la dictadura las manejaba. El problema era que había mucho idealismo pero nada de armas. Tal vez vendrían después y tal vez después sabrían manejarlas y tendrían dónde conseguirlas. Por el momento, se trataba de captar a otros jóvenes para iniciarlos en la fantástica aventura revolucionaria que prometía acabar con los padecimientos de la población.

El autor nos conduce con pericia al interior de la OPM; nos abre sus puertas y nos presenta a cada uno de sus integrantes de primera línea y de la segunda. Conocemos sus proyectos, sus manifiestos, sus contradicciones. Simpatizamos con la Organización y admiramos a sus componentes, pero ...¿dónde van a llegar? ¿con qué instrumentos? Nos preocupan muchas de sus carencias; nos inquietan algunos pasos que podrían resonar fuera de la habitación y llegar a oídos de la policía. Hasta el momento nada serio, pero la dictadura –en cuestiones de conspiración- todo lo agrava y multiplica. Es para justificar sus terribles represiones... que pronto llegarían con extraña furia. Fue en abril de 1976.

Esta organización no se quedó encerrada en sí misma. Trascendió hacia algunos dirigentes campesinos y obreros que trabajaban en el proyecto de mejorar las condiciones de vida, extremadamente precarias e injustas.

También en abril de 1976 la dictadura descargó su ira contra los miembros de las Ligas Agrarias Cristianas. Algunos de sus dirigentes –muy pocos- tuvieron contactos con la OPM. Esta situación desembocó en lo que se dio en llamar “La Pascua Dolorosa”, barrida por un viento infernal que sepultó varias vidas. Solo escuchando a las víctimas, o a sus familiares, se podría tener una idea aproximada de los horrores que padecieron en silencio. No había dónde quejarse ni medios de prensa que se les acercaran. La dictadura cerró todas las rendijas por donde pudiera filtrarse la barbarie. Una barbarie que habría de llenar de espanto cuando mucho tiempo después trascendió los límites de Misiones. Más de 400 agricultores fueron los mártires entre desaparecidos, asesinados, torturados, encarcelados.

Es posible que pronto tengamos la quinta edición de este libro excepcional que nos trae la preocupación –la misma de hoy- por un país sin tanta injusticia, autoritarismo y corrupción.

alcibiades@abc.com.py

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