Aunque el dinero no compra la felicidad, el mismo representa algo esencial en nuestra vida porque, queramos o no, todo gira en torno a las ganancias que obtenemos y a los gastos diarios. Asimismo, sin un presupuesto funcionando como guía para que evitemos derrochar los ingresos, no tendríamos la posibilidad de generar ahorros con lo que resta de nuestro salario después de alguna compra.
Entre sumas, restas y multiplicaciones, plantear un buen presupuesto personal parece fácil hasta que, inevitablemente, pensás que podés darte el lujo de gastar más de lo debido, generando así un déficit en tu propio bolsillo. Ahora, si G. 10.000 de más puede afectarte en la compra de insumos diarios, si trasladamos la situación a nivel país ¿de qué manera perjudicarían a los paraguayos los más de G. 85 billones que el PGN no puede cubrir?
El Presupuesto General de la Nación (PGN) para el ejercicio 2020 generaría un déficit de este monto billonario, teniendo en cuenta diversos reajustes económicos. Pese a que el tope de lo establecido por la Ley de Responsabilidad Fiscal, no exceder el 1,5% del PIB, algunos sectores reclaman mejoras en el nivel financiero, pidiendo aumentos salariales.
G. 113.000 millones para mejorar el sueldo a un aproximado de 10.000 funcionarios y G. 23.000 millones para incrementar el seguro médico de cada empleado constituyen solo algunos de los aumentos que solicita el Poder Judicial, sumando un total de G. 162.000 millones. A pesar de que la principal idea era implementar una “política de racionalización”, la Corte no tuvo en cuenta dicho aspecto, generando con su presupuesto una elevación en el déficit del PGN.
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¿Qué hacemos los “comunes” cuando no nos alcanza el dinero para comprar lo que necesitamos de la despensa? Generalmente, pedimos la famosa “libretita” que, si bien sirve de ayuda, nos pesa en el bolsillo a la hora de saldar deudas. Sin embargo, la solicitud de un incremento en salarios y bonificaciones no actúa como un pedido de préstamo al Ministerio de Hacienda, sino que representa una insistente petición de ciertos sectores.
La carencia que ocasionaría aceptar la exigencia de aumento salarial podría atenuarse realizando un recorte presupuestario a otros sectores. Es decir, un grupo recibirá una inversión menor a la planeada para equilibrar el déficit.
Otra opción, para aminorar la crisis presupuestaria, sería pedir un financiamiento internacional pero, como toda deuda que posee cierta cantidad de interés a la hora de las devoluciones, podría terminar en un bicicleteo sin fin, saliendo de un préstamo para entrar en otro.
Entonces, ¿qué se puede hacer para reducir las dificultades que presenta nuestra economía? A pesar de que parezca una simple pregunta, responderla o encontrar una solución resulta difícil, por ello no queda más que esperar lo imposible: que el nuevo presupuesto no sobrepase los límites establecidos en la legislación vigente.
Por Macarena Duarte (17 años)
