Estudios de neuroimagen muestran solapamientos en las áreas de placer y atención, pero los efectos y contextos distan mucho de ser equivalentes. La clave: distinguir entre erotismo y pornografía.
Diversos estudios con resonancia magnética funcional (fMRI) sugieren que ver escenas eróticas activa en el cerebro circuitos relacionados con la atención focalizada, la conciencia corporal y el placer, algunos de ellos también implicados en prácticas meditativas.

La idea ha sido popularizada en redes sociales con frases del tipo: “Ver películas eróticas activa regiones cerebrales similares a las de la meditación, incrementando la concentración y el placer mental”. Pero ¿qué hay realmente detrás de esta afirmación?
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Qué muestra la ciencia cuando el cerebro mira escenas eróticas
En los laboratorios de neuroimagen, las escenas eróticas se usan desde hace años como estímulos estándar para estudiar la excitación sexual. Estudios como los de Alain Karama y colegas (PNAS, 2002) o Faris Ferretti et al. (NeuroImage, 2005) han descrito un patrón relativamente consistente:
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- Activación del sistema de recompensa (núcleo accumbens, estriado ventral), relacionado con la motivación y el placer.
- Mayor actividad en la ínsula y la corteza cingulada anterior, regiones involucradas en la conciencia de las sensaciones corporales y las emociones.
- Cambios en áreas de la corteza prefrontal, que regulan la atención, las expectativas y el control cognitivo.
Estos estudios, realizados principalmente en hombres heterosexuales pero cada vez más en muestras variadas, confirman algo intuitivo: el erotismo capta la atención, orienta la mente al aquí y ahora (las sensaciones y la escena) y activa circuitos de placer y motivación.
Tanto la excitación erótica como la meditación implican, bajo ciertas condiciones, una focalización intensa de la atención en el momento presente y la activación de regiones ligadas a la percepción de sensaciones internas (interocepción) y a la regulación del estado emocional.
¿“Lo mismo que meditar”? La coincidencia no es equivalencia
Neurólogos y psicólogos consultados suelen insistir en un matiz crucial: que dos experiencias activen en parte las mismas regiones cerebrales no las vuelve intercambiables.
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La ínsula, por ejemplo, participa en:
- notar las sensaciones del corazón y la respiración durante la meditación,
- percibir la excitación sexual al ver una escena erótica,
- e incluso experimentar náuseas ante un olor desagradable.
“La sobreposición en la ínsula o el cingulado no significa que ver una película erótica sea ‘como’ meditar; significa que el cerebro está usando recursos compartidos para procesar sensaciones intensas y focalizar la atención”, resume, en trabajos divulgativos, el neurocientífico Richard Davidson, pionero en el estudio de la meditación.
En otras palabras, sí hay solapamientos parciales:
- Ambos estados pueden:
Pero también hay diferencias de fondo:
- La meditación entrena la observación sin apego, reduciendo la reactividad impulsiva.
- La excitación erótica suele incrementar la impulsividad y el deseo, orientados a la obtención de placer inmediato o de una meta sexual.
- La meditación se asocia —en estudios longitudinales— con mejoras en regulación emocional, empatía y salud mental; los efectos del consumo de contenidos sexuales son mucho más ambiguos y dependen del tipo de contenido, la frecuencia y el contexto personal.
Erotismo no es lo mismo que pornografía
En este debate, la distinción entre erótico y pornográfico es clave, tanto cultural como científicamente.

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De forma general, expertos en estudios de cine y sexualidad suelen definir:
- Cine erótico:
- Pornografía mainstream:
Esta diferencia no es solo estética. Algunos estudios sugieren que los contenidos eróticos con mayor carga emocional y narrativa pueden asociarse a:
- mayor sensación de intimidad y conexión emocional en la pareja,
- menos probabilidad de consumo compulsivo,
- y experiencias más integradas con la vida afectiva real.
En cambio, el consumo intensivo de pornografía convencional aparece relacionado, en ciertos grupos, con:
- mayor búsqueda de novedad extrema,
- insatisfacción con la pareja,
- y, en casos extremos, síntomas de tipo compulsivo.
Un metaanálisis de Gert Martin Hald y colaboradores (Journal of Sex Research, 2013), realizado con más de 7.000 participantes, encontró asociaciones modestas entre consumo elevado de pornografía y actitudes sexuales más permisivas, así como menor satisfacción sexual en algunas subpoblaciones, especialmente cuando el uso era diario o casi diario.
Qué dicen las estadísticas sobre el consumo de contenidos sexuales
Aunque las cifras varían según el país, las encuestas coinciden en que el consumo de pornografía online es masivo:
- Una revisión de la Internet Watch Foundation y datos de encuestas nacionales en Europa y Norteamérica sitúan el porcentaje de hombres adultos que consumen pornografía online en torno al 70–90 % alguna vez al año, y de las mujeres en torno al 30–60 %, dependiendo del rango de edad.
- Un informe de la British Board of Film Classification (BBFC, 2019) señalaba que casi dos tercios de los varones de 16 a 24 años en Reino Unido habían visto pornografía en el último mes, frente a alrededor de un tercio de las mujeres jóvenes.
En cambio, el cine erótico narrativo (películas de arte y ensayo, producción erótica feminista o indie) representa una fracción muy pequeña del consumo audiovisual sexual global y es difícil de cuantificar con precisión, ya que muchas producciones se distribuyen fuera de los grandes circuitos comerciales o se etiquetan simplemente como “drama romántico” o “cine para adultos”.
Este desequilibrio implica que, cuando se habla de “ver películas para excitarse”, en la práctica la mayoría de la gente está consumiendo pornografía estandarizada, no cine erótico cuidado.
¿Puede el erotismo mejorar la concentración y el “placer mental”?
Algunos psicólogos especializados en sexualidad apuntan a una idea interesante: cuando se consume erotismo de forma moderada, consciente y acorde a los valores personales, puede convertirse en una especie de “práctica de atención plena al cuerpo y al deseo”.
Desde esta perspectiva:
- El erotismo que cuida la lenta construcción del deseo, la comunicación y la sensualidad puede:
Un pequeño estudio piloto de Lori Brotto y colegas (Archives of Sexual Behavior, 2016) combinó ejercicios de mindfulness con la exposición a estímulos eróticos en mujeres con bajo deseo sexual. Las participantes que practicaron atención plena reportaron:
- mayor conciencia de las sensaciones agradables,
- menos distracción mental durante la excitación,
- y un aumento moderado de la satisfacción sexual.
Sin embargo, los propios autores advierten que no es el estímulo erótico por sí mismo el que produce el efecto, sino la manera de relacionarse con él: con conciencia, sin juicio y sin presión por “rendir”.
En este sentido, algunos terapeutas sexuales han empezado a utilizar lo que llaman “erotismo consciente” como herramienta para parejas, poniendo énfasis en:
- elegir contenidos que reflejen dinámicas igualitarias,
- verlos juntos, comunicando fantasías y límites,
- y usarlos como punto de partida para explorar el propio cuerpo y el del otro, no como sustituto de la intimidad real.
