17 de diciembre de 2025
Debido a la aguda crisis financiera de la Municipalidad de Asunción, como resultado de la corrupción y el prebendarismo rampantes, los ediles sesionaron en forma extraordinaria para recibir el pedido del intendente Luis Bello (ANR, cartista) para que le permitan contratar con cuatro entidades financieras un préstamo de 184.000 millones de guaraníes (28 millones de dólares), a sesenta días de plazo, ofreciendo tributos municipales como garantía de pago. El dinero será destinado, entre otras cosas, al pago de aguinaldos y deudas dejadas por el desastroso Óscar “Nenecho” Rodríguez (ANR, cartista); es decir, la recaudación comprometida servirá para tapar agujeros y cumplir con el personal, dejando de lado los múltiples requerimientos urbanos. La Intendencia promete aumentar los ingresos, publicando una lista de morosos y digitalizando el catastro. En todo caso, recaudar más solo para abonar aguinaldos y deudas no habrá de mejorar la calidad de vida de los vecinos.
El presidente Santiago Peña, su asesor político y vicepresidente tercero de la ANR, José Alberto Alderete, y el titular de ese partido, Horacio Cartes, se habrían reunido en horas de la noche en Mburuvicha Róga con seis ministros de la Corte Suprema de Justicia. El llamativo hecho vuelve a poner en tela de juicio la residencia presidencial como escenario de sospechosos conciliábulos. ¿Sabían los ministros que también asistiría Cartes y que no se revelaría a los ciudadanos el temario de la reunión? En caso afirmativo, los más altos magistrados no habrían hecho respetar su investidura ni demostrado favorecer la transparencia en la gestión pública, concurriendo poco menos que como simples afiliados a la ANR para recibir instrucciones del presidente partidario. De lo contrario, habrían sido sorprendidos en su buena fe, por el propio jefe del Poder Ejecutivo. En uno u otro caso, su papel ha sido bochornoso: no han estado a la altura de la dignidad del cargo que ostentan.
En el día de la Virgen de Caacupé, los obispos del Paraguay pusieron nuevamente énfasis sobre los principales problemas que afectan a nuestro país, resaltando en numerosas referencias los efectos de la corrupción y la necesidad de adoptar medidas para combatirla por sus efectos nefastos sobre nuestra sociedad. El oficiante principal, el obispo local, monseñor Ricardo Valenzuela, enfatizó en su homilía que los gobernantes deben atender siempre el bien común. Sostuvo que sus acciones deben fundarse en la honestidad y en el espíritu de servicio, sobre todo hacia los más vulnerables, para que tengan una vida digna. “Ello exige erradicar la corrupción, una de las grandes causas del triste estado de un país, como el nuestro, ...”, agregó. Por su parte, los obispos del Paraguay emitieron una Carta Pastoral sobre el Bien Común, una de las más enjundiosas de los últimos años, en la que hicieron un repaso de los temas más candentes de la actualidad y sugirieron algunas líneas a seguir.
Yacyretá ha sido un pésimo negocio para el Paraguay. Testigos de la época cuentan que la firma del Tratado de Itaipú se precipitó por un exabrupto del Gral. Alejandro Lanusse en la mesa del Gral. Emilio Garrastazu Médici, y, por su parte, la del Tratado de Yacyretá, el 3 de diciembre de 1973, hace 52 años, por una llamada telefónica de Juan Domingo Perón a su amigo Alfredo Stroessner. Desde entonces han pasado 13 presidentes en Brasil, 16 en Argentina, aquí cayó la dictadura y se han sucedido diez gobiernos más, y hasta el día de hoy las condiciones leoninas en detrimento del Paraguay en ambos instrumentos continúan vigentes, con una diferencia: Brasil, al menos, ha pagado el precio de costo. Argentina, ni eso. El resultado es que, 52 años después, la deuda por la construcción de Itaipú ya está cancelada, mientras que la deuda de Yacyretá es un agujero negro cuya profundidad nadie conoce a ciencia cierta y que, en vez de reducirse, crece cada vez más.
La falta de control interno es una de las principales causas del fracaso en las instituciones públicas. Esta falta de control propicia el avance voraz de la corrupción y, en consecuencia, el decadente servicio público que repercute en la salud, la educación, la seguridad y, en general, en los derechos básicos de la población. Según el informe publicado por la Contraloría General de la República (CGR) sobre los medicamentos vencidos del Hospital de Clínicas, se “revela una gestión deficiente (…) caracterizada por el uso inadecuado de recursos públicos (medicamentos vencidos por valor millonario) y una falla en los controles administrativos (falta de sistemas informáticos y manuales) que pone en riesgo tanto la finanza del Estado como la salud de los pacientes”. El uso inadecuado de recursos públicos es la definición de lo que se entiende por “corrupción”.
En Canindeyú, la “Operación Umbral”, coordinada entre la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), el Comando de Operaciones de Defensa Interna (CODI) y la Tercera División de Caballería (3DC), condujo a la captura de cuatro narcotraficantes y a la muerte de uno de ellos, así como a la incautación de tres grandes camiones, 14 camionetas y dos automóviles, todos ellos cargados con 89 toneladas de marihuana prensada, en total. Como se trata de una cifra récord, la intervención debe calificarse de muy fructífera, siendo de lamentar que el mérito no pueda ser compartido con la Policía Nacional y no solo porque estuvo ausente. En efecto, pesa sobre esta última institución la grave acusación del jefe de la Senad, Jalil Rachid, de que la enorme caravana delincuencial interceptada había pasado ante al menos once comisarías, a lo largo de unos 120 kilómetros, sin que ningún agente lo haya advertido, o no lo haya querido advertir, porque según el jefe antidrogas, “estaba todo liberado el camino”. ¡Gravísimo!