Lo que debía ser el símbolo máximo de la unión regional y de la “amistad estratégica” entre Santiago Peña y Luiz Inácio Lula da Silva, terminará siendo el reflejo de la fragmentación que aparentemente atraviesa la relación bilateral.
El Puente de la Integración, una obra financiada por Itaipú, en este caso con las partidas asignadas a la parte brasileña, y largamente esperada para descomprimir el Puente de la Amistad, será habilitado por los mandatarios de Paraguay Brasil por separado, confirmando que la diplomacia de gestos entre ambos se enfrió.
Desde la Dirección de Comunicación de la Presidencia de la República se informó el jueves último que Santiago Peña realizará la habilitación oficial del lado paraguayo recién hoy, sábado 20 de diciembre, en horas de la tarde. El acto se dará como corolario de su participación en la Cumbre del Mercosur, que se desarrolla en Foz de Yguazú.
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Sin embargo, en la otra orilla, la narrativa es distinta. El Gobierno del Brasil, alegando “razones de agenda”, decidió no esperar al socio paraguayo y llevó a cabo la habilitación de su cabecera este, viernes, ayer, 19 de diciembre. Esta decisión de Lula da Silva de “cortarse solo” es interpretada en círculos diplomáticos como un desplante político de magnitud, considerando la envergadura de la obra.
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Fricciones entre Peña y Lula
Este desencuentro en la agenda no es un hecho aislado, sino que se suma a una serie de fricciones que desgastaron el vínculo en el último año. Si bien en mayo del año pasado ambos celebraron el acuerdo de la tarifa de Itaipú en US$ 19,28/kWmes, las sombras del escándalo de espionaje de la Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN) sobre los negociadores paraguayos —revelado meses atrás— no termina de cicatrizar.

A pesar de los intentos de Peña por mostrar un frente unido y su insistencia en que Brasil es nuestro “aliado principal”, la realidad logística y política dictada desde el Palacio del Planalto parece indicar lo contrario.
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Mientras Paraguay necesita desesperadamente la revisión del Anexo C para obtener mejores condiciones comerciales, parece que Brasilia responde con una diplomacia de “agenda propia”, que prioriza sus tiempos internos por encima del simbolismo binacional.
El Puente de la Integración, que conecta Presidente Franco con Foz de Iguazú, es una pieza clave para el comercio exterior paraguayo.
No obstante, la inauguración por separado genera incertidumbre, ya que el hecho de que una obra de esta envergadura se habilite sin una foto conjunta de Peña y Lula es un mensaje de que, debajo de la superficie de los comunicados oficiales de “cordialidad“, la relación entre Paraguay y Brasil transita en el presente carriles separados. Hoy, Peña habilitará “su” lado de un puente que, irónicamente, se denomina “Puente de la Integración”.
