Santiago Peña con el desafío de unir y levantar al Paraguay

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El Paraguay acude hoy a las urnas y debería hacerlo bajo el mandato imperativo –innegociable y urgente– de EXIGIR un cambio de rumbo a las autoridades que hoy resulten electas por el voto popular. Desde el advenimiento de la democracia en 1989, en demasiadas ocasiones se han arribado a elecciones generales teniendo al país en condiciones ruines de vida y trabajo, pero nunca hemos llegado al punto en que nos encontramos en este 2023. El espejo nos devuelve una nación desbordada por crímenes tan diversos como brutales entre los que están el crimen organizado, el narcotráfico, el lavado de dinero y la desvergonzada corruptela generalizada en el sector público. Nuestras instituciones democráticas han sido permeadas por criminales de toda calaña. En estos últimos diez años de gobierno colorado la población paraguaya ha debido aprender a convivir con dos facciones de un mismo partido –el abdismo y el cartismo– viéndolos acusarse mutuamente de crímenes y de latrocinios con nombre y sin fin. Ante la inminencia de juicios políticos o de la mismísima cárcel, ambas corrientes coloradas se han abrazado para salvarse, para posteriormente volver a acusarse nuevamente de los mismos hechos punibles en un rulo temporal sin fin. Hemos asistido a develaciones mutuas de delincuencias y delincuentes. Los hemos visto y oído denunciarse mediáticamente por crímenes que son pasibles de cárcel y han llegado al colmo de realizar denuncias ante el mismo Poder Judicial o la Fiscalía. Sin embargo hoy, esas mismas facciones, se abrazan como el borracho al poste, para prometer a la República del Paraguay que pueden entregar un mejor país que aquel en el que nos han forzado a vivir en los últimos años. Difícil de creer.

Desde anoche y con un nivel de participación nacional superior al 60%, Santiago Peña Palacios es el nuevo presidente electo de los paraguayos. Pedro Alliana es su vicepresidente. Por séptima vez en democracia, la Asociación Nacional Republicana (ANR) instalará otro presidente colorado, esta vez para el período 2023/2028, con una de las cifras más importantes que hayan logrado en democracia sobre su más próximo contrincante, la coalición opositora Concertación Nacional. Una abultada cifra –provisoria hasta el cierre de nuestra edición– por arriba de los 460.000 votos sobre la Concertación consagró anoche la victoria de la dupla colorada, mientras que –por otro lado– reflejaba una de las peores cifras que haya tenido en tres elecciones el candidato del PLRA y líder de la Concertación, Efraín Alegre.

Desde las elecciones en 1993 a hoy día, esta ha sido una jornada eleccionaria en la cual los colorados consiguieron la cifra más alta para respaldar a sus candidatos del Ejecutivo, Legislativo y gobernaciones. Además de imponer la chapa presidencial, extendieron la victoria a la Cámara de Senadores, donde los guarismos también les dieron un holgado triunfo porcentual por sobre candidatos a senadores de la oposición en general y de la Concertación Nacional en particular. Igualmente, con excepción de dos gobernaciones, quince de ellas quedarán en manos de la ANR; cuatro gobernaciones que estaban en poder de la oposición terminaron anoche en poder del Partido Colorado.

La novedad surge también con el desplazamiento de la izquierda. La división que sufrieron en la campaña proselitista cuando se atomizaron en diferentes facciones les restó fuerza y representatividad para el próximo gobierno a nivel legislativo. Un fraccionado Frente Guasu cayó también anoche debilitado por campañas intestinas que no lograron darle tampoco aprobación a la dupla Euclides Acevedo-Jorge Querey.

La novedad de esta octava jornada nacional eleccionaria en tiempos democráticos en Paraguay es también el caudal electoral obtenido por Paraguayo Cubas y por Stílber Valdés. Las cifras provisorias que anoche daba el Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) confirman a priori que el Partido Cruzada Nacional tiene el tercer mejor guarismo de estas elecciones nacionales –detrás de la ANR y de la Concertación– y que serán parte del Legislativo.

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Con la ausencia de los principales líderes de la facción colorada Fuerza Republicana, liderada por Mario Abdo Benítez –excepto la del consejero de Itaipú y exprecandidato Arnoldo Wiens–, Santiago Peña anoche agradeció en primer lugar a Horacio Cartes, a quien manifestó su admiración y a quien dijo que ameritaba pagarle con “la moneda del respeto, el aprecio y la valoración”. Peña prometió no defraudar, convocó a la unidad y al consenso, además de pedir dejar de lado las diferencias para enfrentar con éxito la pobreza, la corrupción y la impunidad.

El nuevo presidente electo del Paraguay criticó solapadamente la administración de su correligionario de la ANR y actual presidente, el colorado Mario Abdo Benítez. Dijo que “después de los últimos años de estancamiento económico, con déficit fiscal, con un preocupante índice de desocupados y el aumento de la pobreza extrema, la tarea que nos espera no es para una sola persona o un solo partido. Convoco a la unidad y al consenso para alcanzar nuestro destino de bienestar colectivo y de prosperidad sin exclusiones”, describió casi al final de su discurso.

Lo que Santiago Peña no mencionó es que justamente aquel a quien primero agradeció, Horacio Cartes, ha sido el titular del Poder Ejecutivo, expresidente del Paraguay, durante cuyos 5 años de gobierno se alcanzó uno de los más altos endeudamientos, según sus propios correligionarios. Santiago Peña tampoco dijo mucho sobre la responsabilidad de su propio partido en la construcción de la actual situación de pobreza como si fuera una articulación foránea o producto de algún partido que no fuera el suyo propio, la ANR.

Desde anoche en general y desde el 15 de agosto en particular, Santiago Peña Palacios tendrá la misión más difícil de su vida. Convencer a quienes lo eligieron que es capaz de gobernar sin el padrinazgo de Horacio Cartes, misión que debiera ser más que un desafío un compromiso con el pueblo que lo ha elegido. Queda el camino de sanar heridas abiertas que han fracturado nuestro país por culpa de crímenes transnacionales, entre los cuales, uno de los sospechados es aquel a quien primero Santiago Peña agradeció en su discurso como flamante presidente electo. Peña tiene el desafío de pelear mafias que han penetrado lacerantemente su propio partido con evidencias judiciales que saltan a la vista: procesados, imputados, encarcelados e investigados de alta alcurnia y con cargos electivos y nombrados. Paraguay ha llegado a las elecciones del 2023 con uno de los niveles de criminalidad transnacional más alto: narcotráfico, lavado de dinero y crimen organizado que se han infiltrado en las instituciones del Estado.

Santiago Peña ha sido ministro de Hacienda del Paraguay durante el gobierno de Cartes, lo que le da un compromiso aún mayor de lo que realmente se necesita para estar mejor. Sabe mejor que muchos opinólogos políticos el funcionamiento de los músculos del Estado paraguayo y conoce mejor que nadie el por qué nuestra nación se endeudó tanto durante el gobierno colorado del cual formó parte como ministro. Uno de sus principales desafíos será conseguir como presidente lo que no pudo, no quiso, o no estuvo en sus manos, conseguir como ministro: achicar los gastos rígidos, combatir la evasión impositiva y racionalizar los gastos del Estado paraguayo para reducir los descomunales niveles de endeudamiento alcanzados.

El nuevo presidente electo del Paraguay leyó anoche unas líneas de la polca “Colorado Pynandy”: “La democracia es mi bandera, pero con pan, porque es mentira en la miseria la libertad”. La emotiva glosa de la música del partido mayoritario del Paraguay y que ha gobernado el país durante más de siete décadas no se compadece con el resultado de la administración del país en términos prácticos, ya que en las últimas décadas –con excepción de cinco años de gobierno de la oposición con Fernando Lugo y Federico Franco– flaco favor le hizo la ANR al Paraguay. Peña tendrá que hacer algo más que recitar unas coplas verseras. Le tocará realizar urgentes reformas a las cajas fiscales y al IPS, generar empleos para combatir el desempleo, sustituir el endeudamiento por otras fuentes de financiamiento. El nuevo presidente del Paraguay tendrá que bajar toda la artillería sobre salud, una educación que nos mantiene convenientemente subdesarrollados y una carrera de funcionariado público que se ha convertido más en una agencia de empleos que en una carrera de meritocracia sostenida con el dinero del pueblo. Por otro lado, Santiago Peña Palacios tendrá en sus manos decidir qué modelo de país defenderá los intereses binacionales energéticos, tanto en Yacyretá, con Argentina, como sobre todo en Itaipú, frente a la República Federativa del Brasil. Paraguay debe recobrar la majestad de la autonomía y pararse de igual frente a los gobiernos extranjeros frente a los cuales tenemos los mismos derechos y obligaciones con la misma posesión energética.

El presidente electo del Paraguay tiene desde anoche más herramientas que las que han tenido sus antecesores: gobernará sin inconvenientes con un poder legislativo que le será mayoritariamente favorable y gobernaciones afines a su signo político. El camino no debería resultarle difícil; con viento a favor, Paraguay goza de condiciones favorables en comparación con nuestros vecinos y muchos otros países de la región.

Santiago Peña Palacios gobernará desde el 15 de agosto próximo la República del Paraguay. Tendrá cinco años para demostrar quién es el verdadero titular del Ejecutivo, recuperar la autonomía de un gobierno sin patrones y gobernar con sabiduría. Le deseamos fortaleza para asumir el desafío, autonomía para reafirmar la soberanía y dignidad para reinstalar los valores en una patria moralmente alicaída y mortalmente herida por criminales locales y transnacionales. El éxito de Peña será el éxito de nuestra patria.