Revendedores rechazan sanción de ley y dicen que quieren continuar esa actividad

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La reventa de tiques de entradas para todo tipo de espectáculos ayuda a sobrevivir a más de 400 familias, según Marcos Jara, miembro de una agremiación de esa actividad. Pedirán vetar la ley sancionada en el Congreso.

Jara lamentó que la ley que prohíbe la reventa de entradas a cualquier evento público, deportivo, cultural, musical y/o teatral haya tenido sanción automática en la sesión del Senado del jueves último. Aseguró que habían realizado un intenso “lobby” durante tres meses y que algunos senadores estaban dispuestos a defender sus argumentaciones a favor de que no se suprima esta actividad.

Señaló que inclusive habían llegado a un acuerdo con diversos sectores involucrados, como la Fiscalía, el Ministerio de Justicia y Trabajo y empresas vinculadas a la organización de espectáculos para que no sean “revendedores” sino “facilitadores” para aquellas personas que por falta de tiempo o cualquier otro motivo quieran acceder a algunos espectáculos y no consiguen entradas.

Jara manifestó que la sanción automática de la ley fue como “un puñal por la espalda” para ellos. Afirmó que ya solicitaron una audiencia al Poder Ejecutivo para explicarles al presidente Horacio Cartes o al jefe de Gabinete, Juan Carlos López Moreira, la situación que provocará la puesta en vigencia de esta ley, y que pedirán sea vetada.

Refirió que la labor que realizan ayudó en algunos momentos a detectar la venta de tiques falsificados para algunos eventos, algo que ellos mismos denunciaron.

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Afirmó que la legalización de la actividad evitará que se quiera estafar a la gente con falsificaciones. Aseguró también que no es mucho lo que perciben y negó que haya abusos, dado que no existen tantos espectáculos masivos ni llenos totales en los eventos que se realizan en el país.

Denunció que hay algunos sectores empresariales interesados en monopolizar la venta de entradas y expresó que aparentemente están queriendo hacer un país donde solo los ricos tengan cabida y se persiga a los más humildes, como los limpiavidrios, los cuidacoches y ahora también a los que revenden entradas.