Acaba de ser la buena noticia de la semana. “El ñai’ũpo es una artesanía tradicional de cerámica que consiste en fabricar a mano utensilios de cocina y de mesa utilizando materiales naturales y técnicas transmitidas de generación en generación. Es un proceso tanto práctico como cultural, que reúne saberes, vínculos comunitarios y expresiones identitarias”, dice la página de la Unesco.
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Explica que “todo comienza con la recolección de arcilla silvestre en los pantanos, una tarea que requiere un conocimiento profundo de los materiales y del entorno. Luego se mezcla polvo de ladrillo con la arcilla. La cerámica se moldea mediante la técnica del colombín, en la que se apilan rollos de arcilla y se alisan a mano con una herramienta especial llamada tacuara. Las piezas se decoran con pintura natural, se pulen y se cuecen en hornos de leña durante varias horas”.
Si bien los hombres suelen ayudar en la recolección de la materia prima, son las mujeres las que se dedican al resto de la producción artesanal. De ahí que las hijas van aprendiendo las técnicas. “La herramienta tacuara, que se transmite del maestro al aprendiz, simboliza esta transmisión del saber”.
El ñai’ũpo contribuye a preservar las tradiciones y utensilios culinarios de antaño, es el resultado de la labor de las mujeres en sus comunidades. Sin embargo, las dificultades para la obtención de la materia prima y los escasos ingresos que genera como actividad de sustento familiar hace que se vaya perdiendo.
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Poncho para’i de 60 listas
Con anterioridad, mediante la inscripción realizada en 2023 nuestro país logró incluir en la lista de patrimonio cultural inmaterial de la Unesco las técnicas ancestrales y tradicionales para la elaboración del poncho para’i de 60 listas, de la ciudad de Piribebuy.
“El poncho para’i de 60 listas de Piribebuy es una prenda artesanal paraguaya compuesta por tres partes: el cuerpo, las franjas y la fajita (borde). Cada parte se elabora mediante procedimientos artesanales diferentes y realizados de manera colaborativa por las tejedoras. Para crear el poncho, las artesanas tejen tres tipos de hilos de algodón, correspondientes a las tres partes de la prenda. Cada tejedora fabrica una parte del poncho y se especializa en uno de los procesos. Si bien las tejedoras tienen su propio estilo y diseños, también desarrollan habilidades para el trabajo en equipo con el fin de ahorrar tiempo y recursos, con el objetivo final de mantener la calidad del producto”, describe la página de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco.
Explica que “los materiales asociados con la creación del poncho, incluyendo el hilo, las paletas y las sillas de madera, también se fabrican a mano. Históricamente, las técnicas ancestrales primero utilizadas por los pueblos indígenas han sido transmitidas oralmente de madre tejedora a hija, mediante la observación y la práctica. Hoy en día, la Escuela para la Salvaguardia también ayuda a las tejedoras a transmitir sus conocimientos a las generaciones futuras. Símbolo de unidad e identidad de la ciudad de Piribebuy, el poncho para’i de 60 listas es reconocido a nivel nacional por su estilo y originalidad”.
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De ahí que el poncho para’i de 60 listas de nuevo cobró impulso y se ve cada vez mayor presencia en actividades artísticas y culturales propias del Paraguay.
La centenaria guarania
En coincidencia con los preparativos para la celebración de los 100 años, la Secretaría Nacional de Cultura también logró en 2024 inscribir a la guarania en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
“La guarania es un género musical originario de Paraguay, creado a principios del siglo XX. Es la expresión colectiva de los valores paraguayos, utilizando el idioma guaraní y combinando elementos de música indígena y popular. Se caracteriza por ritmos sincopados y un tempo ralentizado, inspirándose en la polca paraguaya. La guarania ocupa un lugar esencial en la vida cotidiana de los paraguayos, tanto en el entorno familiar como a nivel comunitario. Suele ir acompañada de guitarra y contrabajo. Músicos y cantantes interpretan las obras de grandes maestros en recitales, conciertos y eventos sociales, ya sea en conjuntos instrumentales o vocales, o en orquestas sinfónicas. La guarania es apreciada por poetas, escritores, investigadores, organizaciones de la sociedad civil, gestores culturales, fabricantes de instrumentos y la sociedad paraguaya en general”, describe la página de la Unesco.
La transmisión de la guarania está más extendida e institucionalizada, pues se realiza de forma casi innata entre los cultores o mediante centros de formación musical, sean públicos o privados. Además, existe una gran promoción de este género musical creado por José Asunción Flores en 1925 siendo la primera de ellas Jejuí.
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Los festivales, las actividades, exposiciones y publicaciones de libros sobre el autor y la guarania misma han sido de gran impulso últimamente.
“La guarania es percibida como un símbolo de resiliencia y valores paraguayos, promoviendo un sentido de identidad y pertenencia común para los paraguayos y la diáspora”, concluye el sitio web de la Unesco.
El tereré fue el pionero
Entre las declaraciones de patrimonio cultural inmaterial el tereré ha sido el pionero en la lista en 2020 gracias al impulso que se le dio desde el paseo de los yuyos del Mercado 4 y las gestiones culturales de Javier Torres.
La lista de la Unesco habla de “Prácticas y saberes tradicionales del tereré en la cultura del pohã ñana, bebida ancestral guaraní en Paraguay”.
“Las prácticas y los conocimientos tradicionales relacionados con el tereré, bebida ancestral guaraní, están muy extendidos por todo el territorio del Paraguay”, cita y agrega que “el tereré se prepara tradicionalmente en una jarra o un termo, mezclando agua fría con el pohã ñana, una hierba medicinal previamente machacada en un mortero. Se sirve en un recipiente en el que se ha puesto mate y se absorbe con una bombilla de caña o metálica. La preparación del tereré se efectúa con arreglo a un ritual íntimo regido por una serie de códigos preestablecidos. Los beneficios para la salud del pohã ñana se conocen gracias a que la sabiduría popular los ha venido transmitiendo de generación en generación”, presenta el sitio de la Unesco.
“La transmisión de las prácticas tradicionales vinculadas al tereré se viene efectuando en el seno de las familias paraguayas desde el siglo XVI por lo menos. Los conocimientos tradicionales sobre las virtudes curativas y el buen uso del pohã ñana también se transmiten espontáneamente en el ámbito familiar (...) Esta práctica cultural fomenta la cohesión social porque el contexto espacial y temporal del consumo del tereré propicia la inclusión, la amistad, el diálogo, el respeto y la solidaridad.
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Por demás, el tereré es un motivo de orgullo guaraní, aquí y de todas partes, pues la mejor forma de identificar a un paraguayo en cualquier parte del mundo es por su termo de tereré.
Más info:
www.cultura.gov.py/
www.ich.unesco.org/es