Los orígenes de la poesía visual en Occidente: Simias de Rodas y los poemas figurados

«La poesía visual remonta sus orígenes al periodo helenístico, lo que la inscribe en una tradición antigua y de largo aliento. Afirmar que el caligrama o la poesía visual tienen sus cimientos en el siglo XX es caer en un fácil error», escribe Gian P. Codarlupo.

Las Alas, de Simias -Del libro Teocrito, Mosco, Bione, Simmia, greco-latini con la buccolica di Virgilio..., Stamperia Reale, 1780 (Biblioteca Nacional de España)
Las Alas, de Simias -Del libro Teocrito, Mosco, Bione, Simmia, greco-latini con la buccolica di Virgilio..., Stamperia Reale, 1780 (Biblioteca Nacional de España)

Cuando pensamos en la palabra «poesía» lo primero que se nos viene a la mente es lo sagrado, y en algunos casos inmediatamente se piensa en la rima o en cierta musicalidad. Es decir, hay una idea generalizada de que la poesía es un conjunto de palabras bellas que evocan sentimientos. Es raro que se piense en la poesía como una forma, una imagen o un artefacto. Sin embargo, hubo alguien que se atrevió a ir más allá de la palabra. Nacido hacia el año 300 a. C., Simias de Rodas fue contemporáneo de Calímaco y Euclides, y su poesía aparece en la Technopaegnia, sección de la Antología griega, compilación hecha en el siglo I a. C. por Meleagro de Gadara y recogida y divulgada por Constantino Defalas mil años más tarde. Ya para el año 1301 la volvió a editar Máximo Planudes.

Poco o nada se sabe de la vida de Simias; solo nos han quedado fragmentos de sus obras. El contexto histórico lo ubica en el reinado de Filipo II (359-336 a.C.) y posteriormente el de Alejandro Magno. Su creación se remonta al período helenístico. Se ha dicho que logró conocer a Alejandro Magno, que nació en Creta y que compuso una historia sobre aquella isla.

Sobre los technopaignia, según Ángel Martínez-Fernández: «Respecto al origen de esta poesía visual, no se sabe bien si los poetas componían estas piezas para ser inscritas sobre objetos reales cuya figura representan, o si se trataba de meros ejercicios poéticos (…). Estos poemas al ser presentados como inscripciones, ya fueran reales o imaginarias, fueron considerados epigramas, y de ahí que se incluyeran en la Antología griega. No obstante, tanto en la lengua como en la métrica presentan características líricas que no aparecen en los epigramas. Por ello, se ha llegado a hablar de “lírica figurada”».

Las Alas, de Simias de Rodas, en versión castellana
Las Alas, de Simias de Rodas, en versión castellana

Ya en la literatura latina del siglo I la poesía visual había despertado interés en autores como Levio, o, más adelante, en el siglo IV, Publilio Porfirio Optaciano. En latín estos poemas han sido denominados carmina figurata. En el siglo VI Venancio Fortunato seguiría una poética de este estilo; y Rábano Mauro en la época carolingia. En el Renacimiento aparecen las figuras de Girolamo Savonarola, Aldo Manucio o Julio César Scaligero, y en el Barroco tenemos a Juan Díaz Rengifo.

En el siglo XVII en Alemania cultivan el caligrama los poetas de la «escuela de Nüremberg». Pero en el siglo XVIII esta poética fue atacada sin compasión por los teóricos. La actualidad de esta poesía se ha debido a Baudelaire o la línea de la poesía concreta. En todo caso, Simias de Rodas presenta una innovación en temas mitológicos y literarios que denota gran conocimiento. Simias era un erudito, pero le quita a la poesía sus funciones de conmemoración religiosa.

El Huevo, el Hacha y las Alas

Armando Zarate ha manifestado: «Lo admirable es cómo Simias logra insinuar una especie de certidumbre exquisita del objeto, creando así un campo gramatológico y constructivo. Con este fin, el texto del “Huevo” debe leerse del primer verso seguido del último, y de este pasar al segundo, y así alternadamente, hasta llegar al centro». Aunque hubo discusiones con respecto a la autoría de los poemas, Hefestión da testimonio directo de que Simias de Rodas es el autor de los poemas «Huevo», «Hacha» y «Alas». El poema «Siringa» se atribuye a Teócrito.

Hallamos la figura del poeta como un ruiseñor, cuyo producto es el huevo. Tanto en la creencia griega como en la egipcia, el huevo representa el misterio de la vida. Las referencias culturales que aparecen en la poesía de Simias de Rodas provienen de la mitología griega y se mezclan con la fábula, la teogonía y la alegoría pastoril. Este poema probablemente fue escrito en un huevo o adaptado en forma de dibujo a un pergamino. Es un artificio poético y algunos autores lo relacionan con el huevo órfico del mundo, del cual nació Eros. Hay también una probable referencia al mito del nacimiento de Dionisio por parte de Zeus, en el cual Hermes es el que lleva al dios recién nacido a las ninfas de Nisa, encargadas de cuidar al niño divino. Hermes es presentado como el dios mensajero y de la elocuencia y al mismo tiempo el que trae el poema a los seres humanos.

"Teocrito, Mosco, Bione, Simmia, Grecolatini: con la Buccolica di Virgilio", Stamperia Reale, 1780
"Teocrito, Mosco, Bione, Simmia, Grecolatini: con la Buccolica di Virgilio", Stamperia Reale, 1780

Hasta entonces nadie había pensado la canción como un huevo, la escritura de Simias se adelanta siglos a lo propuesto por las vanguardias del siglo XX, avasalla todos los «ismos». Por ejemplo, en el poema del hacha, las referencias directas son el símbolo del poder y la destrucción, lo que nos lleva directamente a las figuras de Hermes o Pegaso. Este es un poema dedicatoria, esta es el hacha con la que Epeo destruyó Troya. Además, Epeo construyó el Caballo de Madera con ayuda de Atenea. Ángel Martínez-Fernández nos dice: «En la antigüedad existía la leyenda de que Epeo, después de la destrucción de Troya, fundó en la Sirítide, al Sur de Italia, las colonias de Lagaria y Metaponto; y que en este región construyó un templo en honor a Atenea y le consagró las herramientas, entre ellas el hacha con la que hizo el Caballo de Madera». La particularidad de este poema radica en su contenido y en su forma, ya que el destructor es un personaje simple como Epeo, que era el que acarreaba el agua a los Atridas. Esto le brinda un giro a la historia clásica porque le quita el protagonismo absoluto a Ulises, ya que la victoria de los griegos recae en Epeo. Para otros autores, simboliza el hacha con la que el Eros órfico partió el huevo del mundo.

En el poema «Alas» la referencia es a Eros, hijo del Caos, y no al Eros posterior, hijo de Afrodita y Ares. El Eros de Simias es presentado como uno de los primeros dioses. Existe la posibilidad de que estos versos se hayan grabado en una estatua, ya que el poema representa las dos alas del amor. De ser así, el lector estaría en una posición incómoda para leerlo. Esto no es extraño, puesto que desde el siglo VI a. C. hay inscripciones grabadas de abajo arriba y viceversa. La representación del Amor tiene dos rostros: uno violento y uno moderado. La originalidad radica en mostrar el Amor como un niño barbudo.

Una tradición

La poesía visual remonta sus orígenes al periodo helenístico, lo que la inscribe en una tradición antigua y de largo aliento. Afirmar que el caligrama o la poesía visual tienen sus cimientos en el siglo XX es caer en un fácil error. Ya en su momento Guillermo de Torre lo detectó y Jorge Luis Borges lo dijo de esta manera magistral:

Fuimos el imaginismo, el cubismo,

los conventículos y sectas

que las crédulas universidades veneran.

Inventamos la falta de puntuación,

la omisión de mayúsculas,

las estrofas en forma de paloma

de los bibliotecarios de Alejandría.

Ceniza, la labor de nuestras manos

y un fuego ardiente nuestra fe.

Apollinaire, "Calligrammes. Poèmes de la Paix et de la Guerre", 1918
Apollinaire, "Calligrammes. Poèmes de la Paix et de la Guerre", 1918

Este tipo de poesía responde a una tradición que viene desde hace siglos y nos llega también con Apollinaire. Lo interesante en Apollinaire es que las piezas de Calligrammes. Poèmes de la Paix et de la Guerre muestran figuras que no habían aparecido en la tradición anterior. Todo esto nos dice que en la historia hubo varios intentos de desestabilizar la palabra para llevarla a otros formatos. La poesía no es solamente el canto a lo sagrado, ni tampoco el fuego que pertenecía a los dioses, la poesía también puede ser un juego, una broma, un huevo, unas alas o un hacha. Hay que rastrear nuestras tradiciones, al ser territorios colonizados, revisarlas e intentar escribir de otra manera. Quitémonos ese tono sagrado y profanemos –no solo con nuestra escritura, también con nuestros actos– aquello que nos dijeron que debía ser poesía, aquello que nos dijeron que era la tradición.

Bibliografía

Brioso Sánchez, M. (1986). Bucólicos griegos. Akal.

D’Ors, M. (1977). El caligrama, de Simmias a Apollinaire. Historia y antología de una tradición clásica. Ediciones Universidad de Navarra.

García Teijeiro, M. (1986). Bucólicos griegos. Gredos.

Martínez-Fernández, Á. (1987). Los poemas-figuras de Simias. Veleia, 195-227.

Teócrito, Mosco, Simmia, Virgilio (1780). Teocrito, Mosco, Bione, Simmia, Grecolatini: con la Buccolica di Virgilio. Stamperia Reale.

Zárate, A. (1978). Los textos visuales de la época alejandrina. Dispositio, 3(9), 353-366.

*Gian Pierre Codarlupo Alvarado (Paita, 1997) es escritor, periodista, miembro del equipo editorial de la revista cultural chilena Mal de Ojo y de la Editorial Conunhueno, de Valparaíso, y colaborador en El Suplemento Cultural. Ha publicado el libro de poemas Caída de un pájaro en el mar (Universidad Nacional de Piura, 2018). Actualmente, vive en Madrid.

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