En diciembre de 1918, la revolución alemana ingresó en una fase decisiva. El ambiente estaba caldeado. El 28 de noviembre habían aparecido en Berlín carteles que llamaban al asesinato de Karl Liebknecht, y Rosa Luxemburgo era blanco de ataques antisemitas en la prensa de derecha.
Entre el 16 y el 21 se reunió el Congreso Nacional de los Consejos de Obreros y Soldados, que rechazó asumir directamente el poder y decidió convocar elecciones para una Asamblea Constituyente en enero de 1919.
Lea más: Una revolución olvidada (1). El motín de Kiel
Ese congreso fue dominado por el SDP. De los 489 delegados, alrededor de 288 pertenecían a ese partido (cerca del 59%), unos 90 al USPD (1) y el resto provenía de sectores sin afiliación clara. Los espartaquistas no tuvieron representación propia: carecían de una organización partidaria nacional, lo que los dejó en desventaja en un sistema de elección indirecta, fuertemente condicionado por la influencia organizativa y política del SPD –que controlaba el gobierno, dirigía los grandes sindicatos y controló el proceso de elección de los delegados–. Ello fue determinante para una abrumadora correlación de fuerzas.

Mientras tanto, las huelgas y ocupaciones de fábricas se intensificaban en todo el país –con especial fuerza en Berlín, en la cuenca del Ruhr y en Bremen–. Comités de fábrica y consejos radicalizados exigían no solo aumentos salariales, sino también control obrero sobre la producción. En este período comenzaron a formarse las primeras unidades de los Freikorps, integradas por oficiales desmovilizados, veteranos reaccionarios y jóvenes nacionalistas, que pronto se convertirían en el principal brazo paramilitar de la contrarrevolución.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
La Crisis de Navidad
La tensión alcanzó su punto máximo en la llamada «Crisis de Navidad», entre el 23 y el 25 de diciembre de 1918. El gobierno de Ebert decidió suspender los salarios de la División Naval del Pueblo (Volksmarinedivision), formada por unos 3000 marineros provenientes de Kiel, con el objetivo de forzar su desmovilización y neutralizar su potencial revolucionario. Como respuesta, los marineros se sublevaron, ocuparon la Cancillería y detuvieron a Otto Wels, comandante de la guarnición de Berlín, el 23 de diciembre.
Lea más: Rosa Luxemburgo en el mercado
El 24 de diciembre, el gobierno –en alianza con el Alto Mando Militar– ordenó al Ejército atacar el Palacio Real, donde los marineros rebeldes estaban acantonados. Aunque murieron al menos 40 personas, el intento de aplastar a los rebeldes fracasó, pues la solidaridad obrera masiva en la capital obligó al Ejército a replegarse. La División Naval del Pueblo emergió como un símbolo de la revolución para los sectores obreros más combativos.

El conflicto tuvo consecuencias políticas inmediatas. El 27 de diciembre estalló una crisis y se rompió la coalición de gobierno entre el SPD y el USPD debido a desacuerdos sobre la represión. El 29 de diciembre renunciaron los tres representantes del USPD en el gabinete, denunciando la política del SPD y su colaboración con la contrarrevolución. Fueron sustituidos por tres miembros del SPD, que pasó así a gobernar en solitario, reforzando su alianza estratégica con la cúpula del Ejército.
La ruptura con el USPD y la represión aceleraron la desilusión de miles de obreros con la socialdemocracia, abriendo un espacio político a la izquierda. En ese clima de huelgas, choques armados y creciente polarización, la Liga Espartaquista y otros grupos revolucionarios convocaron el congreso fundacional del Partido Comunista Alemán (KPD), que se desarrolló entre el 30 de diciembre de 1918 y el 1 de enero de 1919. Alemania avanzaba inexorablemente hacia el enfrentamiento decisivo: la insurrección de enero de 1919.
La fundación del KPD
La fundación del Partido Comunista Alemán (KPD), formalizada el 1 de enero de 1919, fue fruto de la experiencia práctica de los sectores más radicalizados de la clase obrera, entre ellos miles que se habían identificado anteriormente con el SPD y el USPD. La Liga Espartaquista, junto a otros grupos revolucionarios, promovió su creación inspirándose en la victoria de la Revolución Rusa. El KPD adoptó consignas como «Todo el poder a los consejos», «Desarme de la policía y armamento del proletariado» y «Expropiación de la gran industria bajo control obrero», y expresó una firme oposición a la Asamblea Constituyente mediante una campaña de boicot, posición que Rosa Luxemburgo criticó por motivos tácticos. Karl Radek, enviado extraoficialmente por el gobierno soviético, fue clave en las negociaciones y discusiones previas al congreso.
Lea más: 1989, Final de Juego: Hora de barajar y dar de nuevo
El 14 de diciembre de 1918, Rosa Luxemburgo escribió en el periódico Die Rote Fahne: «¿Qué queremos? La dictadura del proletariado; es decir, el poder de los consejos de obreros y soldados. Estos consejos son el verdadero baluarte de la revolución y el fundamento del poder político del socialismo. La tarea del momento es poner todo el poder político en manos de los consejos de obreros y soldados e impedir todo intento de la burguesía y de sus auxiliares socialdemócratas de restaurar la vieja maquinaria estatal o de conferir un papel decisivo a la Asamblea Nacional. La dictadura del proletariado es la única forma en la que puede realizarse la libertad de las masas trabajadoras».
(Continuará…)

Notas
(1) USPD: Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania, escisión del SPD fundada en 1917. Agrupaba a sectores heterogéneos (desde revisionistas hasta revolucionarios) unidos por su oposición a la guerra.
*Ronald León Núñez es sociólogo por la Universidad Nacional de Asunción (2009), máster (2015) y doctor (2021) en Historia por la Universidad de São Paulo, Brasil, miembro del Comité Paraguayo de Ciencias Históricas (CPCH), colaborador de El Suplemento Cultural y autor, entre otros libros, de Revolución y Genocidio: El mal ejemplo de la independencia paraguaya y su destrucción (Arandurã, 2011) y La Guerra contra el Paraguay en debate (Lorca, 2019).

