Depresión y ansiedad, principales consecuencias de la pandemia en jóvenes

Una consulta realizada por Unicef arroja como resultado que la depresión y la ansiedad son dos de los principales efectos nocivos de la pandemia por covid-19 en los jóvenes de nuestro país y el mundo. Se suman el estrés, la frustración y la soledad, según el informe difundido por el área de prensa de la organización.

La depresión, la ansiedad y el estrés postraumático han aumentado en esta pandemia.
La depresión, la ansiedad y el estrés postraumático han aumentado en esta pandemia.shutterstock.com

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Los jóvenes paraguayos manifiestan experimentar síntomas de depresión, ansiedad y estrés a causa de la pandemia de COVID-19, según una consulta realizada a través de la plataforma U-Report del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), refiere el comunicado de prensa de la organización.

Agrega que dichos datos son coincidentes con el informe “Estado mundial de la infancia 2021. En mi mente: promover, proteger y cuidar la salud mental de la infancia”, el más importante del organismo sobre los efectos del coronavirus en la salud mental y el bienestar de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes a nivel global, lanzado ayer martes 5 de setiembre por UNICEF.

La publicación asegura que incluso antes del covid-19 los niños, niñas, adolescentes y jóvenes ya sufrían problemas de salud mental sin que se hicieran las inversiones necesarias para solucionarlos.

Estrés, frustración y soledad

En otra parte del documento se refieren acerca de los síntomas que declararon experimentar los jóvenes participantes de la consulta sobre salud mental llevada adelante mediante la plataforma U-Report, que obtuvo 367 respuestas de personas entre 15 a 30 años, principalmente.

“El 47% de los participantes de la consulta realizada en Paraguay respondió que se siente inseguro sobre el futuro, mientras que el 31% dijo ser positivo y el 6%, pesimista. Además, el 53% señaló que el último año estuvo muy preocupado por su salud mental”, señala el material.

A nivel global, según las últimas estimaciones disponibles, se calcula que más de 1 de cada 7 adolescentes de 10 a 19 años sufre un trastorno mental diagnosticado y que casi 46.000 adolescentes se suicidan cada año, siendo esta una de las cinco principales causas de muerte para este grupo de edad.

Al mismo tiempo, el informe señala que sigue habiendo grandes diferencias entre las necesidades relacionadas con la salud mental y la financiación destinada a este tema, y concluye que solamente alrededor del 2% de los presupuestos de salud de los gobiernos se destinan a la salud mental en todo el mundo.

Muertes por suicidio

El documento hace referencia también a datos del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSPBS) respecto a las muertes por suicidios en niños, niñas y adolescentes que “han ido en aumento en Paraguay en el periodo 2015-2019, pasando de 66 defunciones a 92, correspondientemente”.

“Los informes indican que los suicidios se dan mayoritariamente entre los adolescentes y jóvenes de 15 a 19 años de edad de sexo masculino, aunque en la franja de 10 a 14 años predominan las muertes del sexo femenino”.

Confinamiento

Para la directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore, los meses de encierro han sido muy largos especialmente para los niños y las niñas. “Debido a los confinamientos nacionales y a las restricciones de movimiento relacionadas con la pandemia, los niños han perdido un tiempo valioso de sus vidas lejos de la familia, los amigos, las aulas y los lugares de recreo, que son muy importantes durante la infancia”, resalta.

Insiste en que “la salud mental forma una parte integral de la salud física; no podemos permitirnos seguir considerándola de otra manera”.

Compromiso

Por otra parte, el comunicado de Unicef refiere que “el Estado Mundial de la Infancia 2021 pide a los gobiernos y a los asociados de los sectores público y privado que se comprometan, comuniquen y actúen para promover la salud mental de todos los niños, niñas, adolescentes y cuidadores, proteger a los que necesitan ayuda y cuidar a los más vulnerables.

Esto, a través de la inversión en salud mental para el sector, integración y ampliación de las intervenciones “basadas en pruebas en los sectores de la salud, la educación y la protección social, incluidos los programas de crianza que promueven una atención sensible y enriquecedora y apoyan la salud mental de los padres y cuidadores; y garantizar que las escuelas apoyen la salud mental mediante servicios de calidad y relaciones positivas”.

Finalmente, “romper el silencio que rodea a las enfermedades mentales, afrontando el estigma, promoviendo una mejor comprensión de la salud mental y tomando en serio las experiencias de los niños y los jóvenes”.

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