Las olas de calor son cada vez más duraderas e intensas, y eso se nota en la consulta veterinaria. Aumentan los casos de animales con quemaduras en las patas tras paseos aparentemente “normales” y con narices agrietadas por la deshidratación y la exposición solar prolongada.

Las almohadillas, aunque parecen resistentes, son tejido vivo, con vasos sanguíneos y terminaciones nerviosas. La llamada “trufa” (la parte externa y húmeda de la nariz) también es sensible y, en algunas razas, muy expuesta al sol.
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Asfalto y arena: el peligro que no se ve
En días de calor extremo, suelos urbanos y de playa pueden alcanzar temperaturas peligrosas incluso cuando el aire no parece tan sofocante.
- El asfalto puede superar los 50–60 ºC con facilidad cuando la temperatura ambiente ronda los 30–35 ºC.
- La arena seca de la playa puede quemar en pocos segundos si el sol lleva horas incidiendo sobre ella.
- Baldosas, suelos de terraza o pasto artificial también se recalientan con rapidez.
Una regla sencilla para el día a día es el conocido “test del dorso de la mano”: si no podés mantener el dorso de tu mano apoyado en el suelo durante al menos 5–7 segundos sin dolor, ese pavimento no es seguro para las patas de tu mascota.
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Señales de alerta: cómo saber si hay daño
Las quemaduras en almohadillas no siempre se detectan de inmediato.

Entre los signos más frecuentes se encuentran:
- Cojera repentina o resistencia a caminar.
- Lamerse insistentemente las patas.
- Almohadillas enrojecidas, con zonas blanquecinas o grisáceas.
- Grietas, ampollas o incluso desprendimiento de la capa superficial.
En la nariz, el calor y la deshidratación pueden provocar:
- Sequedad persistente, con pérdida del brillo habitual.
- Grietas visibles, costras o pequeñas heridas.
- Enrojecimiento, especialmente en animales de piel clara o con poca pigmentación.
Estos signos pueden acompañarse de otros síntomas de golpe de calor, como jadeo intenso, salivación excesiva, apatía o vómitos, que requieren atención veterinaria inmediata.
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La mejor protección: cambiar horarios y superficies
La primera línea de defensa no está en productos, sino en hábitos. Veterinarios y educadores caninos coinciden en algunas recomendaciones básicas:
- Pasear a primera hora de la mañana y a última de la tarde-noche. Evitar las horas centrales (de 12:00 a 18:00, o más, según la ola de calor).
- Priorizar la sombra y la tierra. Siempre que sea posible, elegir parques con árboles, caminos de tierra o hierba natural en lugar de asfalto o baldosas.
- Acortar los paseos en días extremos. En jornadas de calor muy intenso, mejor salidas breves para cubrir necesidades básicas y más actividad mental en casa.
- Revisar las patas al volver. Un vistazo rápido a almohadillas y espacios entre dedos ayuda a detectar irritaciones o pequeñas heridas antes de que empeoren.
En hogares con terrazas o patios muy expuestos, conviene comprobar también la temperatura de baldosas y suelos artificiales antes de permitir que el animal permanezca allí largos periodos.
¿Botines y bálsamos? Lo que sí y lo que no
El mercado ofrece desde botines hasta bálsamos específicos para almohadillas. Su utilidad depende de cómo y cuándo se usen.
- Botines protectores:
- Bálsamos o ceras para almohadillas:
Los expertos insisten en que ningún producto compensa la exposición prolongada a suelos abrasadores. Son un complemento, no una solución mágica.
La nariz: hidratación y protección solar con criterio
La trufa suele mantenerse húmeda de manera natural, pero el calor y el aire seco pueden favorecer la sequedad. Algunas claves:
- Hidratación general: un perro o gato bien hidratado suele tener una trufa más sana. Agua fresca siempre disponible, cambios más frecuentes del cuenco y, en perros, posibilidad de beber en los paseos.
- Ambiente: en viviendas muy secas por aire acondicionado, puede ayudar limitar corrientes directas sobre el animal o usar humidificadores con prudencia.
- Bálsamos específicos para nariz: en casos de sequedad marcada o grietas, algunos productos veterinarios pueden ayudar a restaurar la barrera cutánea.
En cuanto a la protección solar, hay zonas especialmente sensibles: narices claras, puntas de orejas y vientre o ingles con poco pelo. En perros de pelo blanco o corto y en algunas razas braquicéfalas, el riesgo es mayor.
Los veterinarios recomiendan:
- Usar solo protectores solares formulados para mascotas, sin perfumes y sin óxido de zinc ni sustancias peligrosas si se ingieren.
- Aplicarlos en pequeñas cantidades en zonas de piel expuesta y reaplicar según indicación profesional, sobre todo si el animal se moja o se lame.
- Evitar la exposición directa al sol en las horas centrales, incluso con protector.
Aplicar cremas humanas —especialmente las que contienen zinc u otros compuestos tóxicos al ser ingeridos— puede ser peligroso si el animal se lame.
Qué hacer si ya hay quemadura o grietas
Ante signos de quemadura en almohadillas o lesiones en la nariz, los especialistas recomiendan actuar con rapidez y prudencia:
- Retirar al animal de la superficie caliente y llevarlo a un lugar fresco y a la sombra.
- Enfriar con agua fresca (no helada) las patas durante varios minutos, sin frotar.
- No reventar ampollas ni aplicar remedios caseros como pasta de dientes, alcohol, cremas humanas o hielo directo.
- Consultar con un veterinario lo antes posible. Dependiendo del grado de la quemadura, puede ser necesaria limpieza profesional, pomadas específicas, vendajes y analgésicos.
En la nariz, las grietas profundas o las heridas que sangran, duelen o no mejoran con cuidados básicos requieren también una revisión profesional. En algunos casos pueden ser signo de problemas dermatológicos más amplios.
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Los más vulnerables y el papel del tutor
Cachorros, animales mayores, razas braquicéfalas (de hocico chato), perros con sobrepeso y mascotas con problemas cardíacos o respiratorios tienen menos capacidad para regular su temperatura y toleran peor el calor. En ellos, las medidas de prevención deben ser aún más estrictas.
Más allá de consejos y productos, la clave está en la planificación:
- Anticipar las olas de calor ajustando rutinas de paseo.
- Observar de cerca el comportamiento del animal y sus patas después de cada salida.
- Priorizar la seguridad frente a la idea de “cansar” al perro a toda costa.
Proteger almohadillas y nariz no es solo una cuestión de bienestar inmediato: también reduce el riesgo de infecciones, dolor crónico y fobias asociadas a la calle o al paseo.
