La declaración como Patrimonio Cultural reconoce a una de las celebraciones de fe más importantes del país, que cada año reúne a miles de peregrinos en torno a la Basílica de Caacupé, en el departamento de Cordillera.
La resolución fue firmada por la ministra de Cultura, Adriana Ortiz Semidei, y fue emitida tras la recomendación técnica del Departamento de Cultura Inmaterial y la Dirección de Estudios, Antropología, Arqueología y Paleontología.
Para la Secretaría, la festividad constituye un “tejido vivo” de prácticas devocionales, comunitarias y culturales que representan parte esencial de la identidad paraguaya.
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Presentación oficial esta mañana
Durante la presentación oficial, realizada en la misa de las 6:00 de este lunes 8 de diciembre, la ministra Ortiz Semidei afirmó: “Peregrinar, cantar, rezar y encomendarse a nuestra Virgencita de Caacupé forma parte de lo que somos como Nación. Esta festividad no es solo un acto de fe; es memoria, tradición y comunidad”.
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Agregó que la declaratoria “no es un simple documento”, sino un reconocimiento al camino recorrido por generaciones de devotos, además de un compromiso del Estado para proteger estas prácticas y garantizar su continuidad.
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Placa conmemorativa
Como parte del acto, se instaló una placa conmemorativa frente a la Basílica, que simboliza el compromiso estatal con la salvaguardia de la festividad.
La SNC aseguró que trabajará de forma coordinada con la Iglesia Católica, la Municipalidad de Caacupé y la Gobernación de Cordillera para desarrollar acciones de documentación, preservación y transmisión de los conocimientos vinculados a la celebración.

Un patrimonio vivo de fe y comunidad
La Festividad de Caacupé incluye la peregrinación en sus múltiples modalidades, el novenario, la Misa Central, promesas, actos votivos, música religiosa y popular, artesanías, gastronomía típica y diversas expresiones artísticas.
Estas prácticas, acompañadas por el trabajo de voluntarios y la participación activa de la comunidad caacupeña, hacen de la celebración un espacio donde la fe, la tradición y la vida comunitaria se entrelazan, consolidando un patrimonio vivo que fortalece la memoria y la cohesión social del Paraguay.
