El 22 de noviembre del 2018 se formulaba una grave denuncia que refería que cinco alumnas del internado Santa Rita, ubicado en los límites del departamento de Boquerón y Alto Paraguay, fueron abusadas de forma sistemática, bajo un velo de silencio que por mucho tiempo involucró a varios cómplices. Las edades de las cinco alumnas denunciantes en ese entonces eran 11, 12, 13, 14 y 16 años.
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El principal acusado fue el director de la institución, identificado como Eliezer Noceda, quien era el único que estaba privado de su libertad en la penitenciaría de Concepción.
Un empleado de la ganadera, llamado Sergio Ramón Cubilla Núñez, fue beneficiado con medidas alternativas a la prisión y está actualmente prófugo, mientras que un médico veterinario, identificado por las víctimas como Pedro Baéz, pese al testimonio brindado por las afectadas que lo sindican como uno de los abusadores, no fue imputado ni investigado por el fiscal de la causa, Héctor Velázquez.
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La denunciante del hecho fue Amada Sonia Cuellar de Noceda, esposa del director acusado quien también se desempeñaba como encargada del lugar. La misma está privada de su libertad recién desde hace unos días a fin de cumplir el proceso de juzgamiento. Es sindicada por las víctimas como cómplice, según puede leerse en los legajos de la causa.
Las las afectadas denunciaron que Cuellar no hizo ningún esfuerzo para ayudarlas, por lo que fueron víctimas de los abusos por años y ante el temor de no ser creídas.
El juez de la causa, Amado Yuruhan, tomó hoy el testimonio de los involucrados, tanto a víctimas -algunas ya mayores de edad- como a familiares. La causa cuenta también con testimonios tomados en su momento en la Cámara Gessel de las entonces menores.
El modus operandi
El modus operandi de los abusadores era coaccionar a las menores a que por las noches fueran al área de personal del establecimiento ganadero, donde los mismos procedían al abuso. En palabras de las afectadas también eran obligadas por el director en horas de clase a encerrarse con él para supuestamente, ante la vista de los demás, dar clases de computación.
El director acusado también ingresaba por las noches al cuarto de las estudiantes, quienes dormían en una sección especial para chicas, paradójicamente para no ser abordadas por ningún estudiante.
Del testimonio de las víctimas se desprende que fueron varias las niñas involucradas y que muchas personas sabían del abuso, pero que se encubrían y que no denunciaron hasta que el caso tomó aristas más graves. “Con confianza le dejamos a nuestra familia y nos hicieron esto”, dijo una de las madres. No se descartan que existan otras víctimas -también varones- que fueron abusadas, esto según el relato de las afectadas.
El caso debe continuar esta semana y se espera una pena ejemplar de parte de los magistrados de Boquerón, involucrados en el proceso.