Para la clase política paraguaya, las decisiones que históricamente han tomado los Estados Unidos respecto al Paraguay, siempre han sido “palabra santa”. Dícese que no hay quien haya sido presidente paraguayo sin la “bendición” de la embajada norteamericana, incluido Horacio Cartes. Pero la tortilla se dio la vuelta, porque los hechos de corrupción que se dan en las más altas esferas de la claque política nacional son tan escandalosos que afectan directamente los intereses de Estados Unidos, y ni qué decir los nuestros.
A tal punto llegamos, que entre los declarados significativamente corruptos, además de un ex diputado, un ex senador y un ex fiscal general del Estado, hoy tenemos un ex presidente de la República, Horacio Cartes, y a quien hoy día es presidente de la República en ejercicio, Hugo Velázquez. Todos miembros de la Asociación Nacional Republicana (ANR), o Partido Colorado. Muy enojados, ahora los políticos colorados afirman que esta sí es una injerencia norteamericana, que viola la soberanía nacional. Tanto les molesta este “atropello a la soberanía”, que están volviendo al pacto “cicatriz”.
Pero, ¿de qué soberanía hablamos? Ya durante 35 largos años, Alfredo Stroessner y su entorno aplastó la soberanía nacional a tal punto que obligó a gente que engrandecía la patria, como José Asunción Flores o Augusto Roa Bastos, a irse del país. Beneficiando siempre a una claque, Stroessner negoció con Brasil la construcción de Itaipú Binacional, con todos los perjuicios y beneficios que esto tuvo en consecuencia.
La terrible herencia de Stroessner se propagó en los siguientes gobiernos, supuestamente democráticos, siempre dando lugar a los intereses de Brasil, a tal punto que la renegociación del Anexo C del Tratado de Itaipú está en jaque. Este es solo un ejemplo de los tremendos negociados que permanentemente ejecutan las autoridades de turno en beneficio propio, pisando la soberanía nacional, manteniendo al pueblo cada vez más hundido en sus necesidades.
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Tal vez más atroz es que nuestro Estado ha perdido soberanía ante la mafia, que ha permeado todas sus estructuras a tal punto que hay miembros del crimen organizado que son parte del Gobierno mismo. Y eso, que vemos todos, es lo que también ve Estados Unidos, así como también lo pueden ver China, Bolivia o Venezuela.
Según la Real Academia Española (RAE), la soberanía es el “poder supremo e ilimitado, tradicionalmente atribuido a la nación, al pueblo o al Estado, para establecer su constitución y adoptar las decisiones políticas fundamentales tanto en el ámbito interno como en el plano internacional”. Ojalá el pueblo se de cuenta que con migajas de la mafia ya no da y haga lo necesario por recuperar lo antes posible su soberanía.