Mujeres trabajadoras

Esta semana se recuerda el 8M, Día de la Mujer Trabajadora. De acuerdo a datos oficiales en promedio, las mujeres ganan casi G. 700 mil menos que los hombres. Esta brecha se expande cuando se tratan de puestos jerárquicos en los que las mujeres cargan con la responsabilidad y los hombres son los que cobran más plata. Así también cada vez se agudizan las denuncias de acoso y maltrato laboral ante lo cual algunas instancias optan por perseguir a las denunciantes.

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A modo de ejemplo, existe actualmente una denuncia policial hecha por una comunicadora de un medio estatal quien habría sufrido violencia por parte de un colega en su lugar de trabajo, con testigos incluidos.

Sin embargo, la respuesta de los directivos habría resultado en una serie de restricciones para la víctima y otra colega, incluida la imposibilidad de desayunar en el recinto laboral. “Que lo hagan en cualquier parte”, así como otras medidas de “restructuración” que afectarían la labor diaria de las mismas. De acuerdo a los antecedentes, el denunciado ya habría agredido físicamente, incluso a sus compañeros hombres, pero nadie se anima a decir “mu” por miedo de represalias.

Vaya paradoja, en un medio de comunicación -para colmo estatal- quien defiende sus derechos solo recibiría censura y reprimendas. Además del maltrato, represalias y de la alarmante brecha laboral y salarial, este 8M también se dará en un contexto político muy poco favorable en otros aspectos.

De acuerdo al comunicado de @paromujeresparaguay este Día de la Mujer Trabajadora “nos encuentra en plena campaña electoral para las Elecciones Generales, nos encuentra lamentando 11 feminicidios en nuestro país y dos paraguayas víctimas de feminicidio en Argentina, en lo que va del año y nos encuentra en una crisis económica brutal donde somos las mujeres quienes más sentimos el golpe en nuestras vidas”.

Si las instituciones (y los que ahora están en pugna por llegar a los cargo) se quedan solo con el “hermoso” discurso de la “igualdad” de oportunidades en cada 8M, difícilmente podríamos empezar a echar a andar a través de la senda en la que las mujeres realmente logren también la igualdad de derechos que les garanticen el acceso a un puesto de trabajo en el que le paguen por su capacidad. En el que le garanticen que estará segura en su trabajo, en la calle y en su casa.

A ellos no les importa eso porque están enfrascados en sus fútiles peleítas políticoegocéntricas. ¿Qué nos queda? hacer uso de nuestro derecho de ir a marchar y protestar por las reivindicaciones este 8M.

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