Teniendo por adecuado el concepto, cuesta mucho entender las motivaciones que llevaron a los colorados a elegir al estrafalario senador Hernán Rivas como miembro y luego presidente del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados.
Hay variadas especulaciones sobre las razones u objetivos que los llevaron a tomar esa decisión tan desatinada. Se habló de un plan de aprietes generalizado a jueces, fiscales y camaristas, para que haya impunidad en casos emblemáticos que se abaten sobre algunos políticos colorados y de un plan para destruir la poca institucionalidad construida a lo largo de estos años en nuestro país.
Cualquier cosa es creíble cuando se toman decisiones que no tienen una explicación sencilla y coherente.
Lo concreto es que el “caso Hernán Rivas” hace rato se salió de los carriles normales y ya se están moviendo los hilos para “solucionar” la cuestión. Mantener al legislador resulta inaudito, en estas circunstancias y solo servirá para que los colorados paguen un interminable costo político.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
No es ningún secreto que la designación de Rivas en el Jurado y el ok para que busque luego ser presidente de ese organismo fue una decisión del presidente del Partido Colorado, Horacio Cartes, en premio a la fidelidad que mostró el legislador en el anterior periodo, cuando reemplazó de manera escandalosa e ilegal a Ramón Romero Roa (+) como representante de la Cámara de Diputados.
Como ya le ocurrió a Cartes algunas veces durante su presidencia, arremetió sin medir adecuadamente las consecuencias de sus dichos y hechos y se verá obligado a revertir su postura, mal que le pese.
Una cuestión que se está evidenciando sobre Cartes de manera clara es el estilo de mandato que impone como presidente del partido.
Desde que asumió, en enero pasado, aún no hubo ninguna reunión ni debate político en la Junta de Gobierno. Ni siquiera una vez consumado el triunfo electoral, se planteó discutir programas, líneas de gobierno o siquiera intercambio de ideas sobre la mejor manera de respaldar al nuevo gobierno que asumirá el 15 de agosto próximo.
Algunos dirigentes colorados anticipan que bajo la conducción de Cartes se profundizará el vaciamiento doctrinario e ideológico que ya se notó durante la administración de Pedro Alliana.
Las reuniones en la ANR se ceñirán entonces a las visitas de correligionarios al despacho del presidente, para expresarle loas, al estilo stronista y actividades como ferias de empleos o de solidaridad, que exalten la “sensibilidad” y la preocupación del presidente del partido por la gente más necesitada.
Mientras los dirigentes de la oposición siguen rumiando su derrota y apuntan a ocuparse más bien de revanchas personales, sin capacidad para aprender lecciones de lo ocurrido en las últimas elecciones y establecer prioridades para el futuro inmediato, el interés en el escenario político paraguayo se centrará, como siempre, en lo que ocurra dentro del Partido Colorado donde, pese al triunfo electoral y a la mayoría propia conseguida en ambas cámaras legislativas, la crisis de identidad que arrastra desde hace mucho tiempo no fue resuelta y seguirá acarreando consecuencias, más pronto de lo que se podría esperar.