El malvado Gargamel

“¡Odio a los pitufos, odio a los pitufos!”, gritaba nervioso Gargamel, golpeando el suelo con los puños cerrados, en los cómics de Peyo. Parodiando, en estos días corrieron memes del diputado Yamil Esgaib, al que le dicen “Gargamel”, en igual situación, gritando “odio a los periodistas, los odio!”. Ambas reacciones, la de la historieta y la del legislador arrebatando micrófonos, son resultado del mismo sentimiento: la frustración. Gargamel nunca podrá atrapar a los pitufos. Esgaib y sus colegas cartistas nunca podrán acallar las denuncias que se realizan mediante el ejercicio de la libertad de prensa.

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Entre marzo de 2023 y marzo de 2024, se registraron 20 incidentes contra periodistas; 24 fueron los afectados, 23 periodistas y un empresario de medios de comunicación. El 48% en hombres, principalmente recibieron amenazas de muerte; el 52% eran mujeres, que recibieron principalmente violencia laboral. También hubo acoso en línea, hostigamiento judicial, violencia física y obstaculización de la labor. La mayoría de las agresiones provinieron de funcionarios públicos, todos colorados, salvo en un caso.

Estos son datos revelados esta semana por la Red de Mujeres Periodistas y Comunicadoras del Paraguay, pocos días después de que el diputado colorado cartista Yamil Esgaib, conocido como Gargamel, en un arranque de furia haya intentado arrebatar los micrófonos de las periodistas Rocío Pereira y Fiona Aquino. Ellas le preguntaban sobre la función y el importante salario con que fue beneficiada su hija bachiller en la embajada paraguaya ante el Reino Unido.

En la sesión de Diputados en que la oposición planteó una sanción por este arrebato, que no fue el primero, la férrea defensa de los cartistas demostró que Esgaib estiró los micrófonos, pero todos ellos tienen el mismo pensamiento sobre la prensa y la intención de restringir su labor.

A los cartistas les preocupa el peligroso micrófono. “El micrófono es un dispositivo que tiene que tener una distancia, no puede ser utilizado como un arma que agreda al físico de la persona que está siendo entrevistada”, dijo Rocío Abed.

El problema, sin embargo, no es el micrófono ni las preguntas de las y de los periodistas, sino el miedo que tienen, pareciera, al escrutinio público de sus actos. Tanto Yamil Esgaib como todos los diputados y senadores cartistas son funcionarios públicos. Sus hijos también lo son cuando mediante sus padres consiguen un cargo en una institución del Estado, pública.

Todos ellos reciben, por ende, fondos públicos, que la ciudadanía y los medios de comunicación tenemos el derecho de verificar que se bien utilicen. No puede sobrar dinero para el salario de las hijas de Esgaib y el vicepresidente Pedro Alliana, pero tener que eliminar el fondo de salud para poder alimentar a los niños en las escuelas. Algo está mal en esa ecuación.

Con todo, y por más que sigan quejándose, habrá siempre periodistas y ciudadanos que insistirán en las denuncias de hechos de corrupción y también de nepotismo. faltaría un meme más, en el cual, emulando a Gargamel, digan Esgaib y sus correligionarios, rojos de la rabia, zapateando en el suelo: “los acallaré, los acallaré, aunque sea lo último que haga”. Y no. No nos van a callar.

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