«Vale la pena preguntarnos si nuestra posición antipolítica no será, en el fondo, la posición más política que pueda existir», escribe Mario Larroza.
Repitiendo las mismas prácticas que sostienen la normalidad que criticamos no llegaremos a resultados diferentes, afirma esta reflexión sobre los remanentes patriarcales y autoritarios del estronismo en todo el espectro político paraguayo.
El debate político se concentra en estos días en si la van a echar a Celeste de Diputados, si los ministros de la Corte se quedarán hasta los umbrales de su muerte o si Cartes o Velázquez la tiene más larga. Mientras, se olvida a la gran enemiga de la República: la pobreza, con especial atención en la indigencia. Ese caldero en ebullición que puede explotarnos en la cara en cualquier momento.
«La realidad es que, a partir de la década de 1990, el capitalismo fue restaurado por la propia dirección castrista, ahora devenida nueva burguesía nacional», sostiene el sociólogo e historiador Ronald León Núñez sobre la ola de protestas contra el gobierno en Cuba.
La politización de la entrega de los premios Oscar fue una novedad a la que nadie parece haber reaccionado nunca con hostilidad. O siquiera renuencia. Por el contrario, desde que el tono anti-sistema empezó a hacerse más audible en el corazón del star system de la industria del cine, ha sido una novedad de la que se espera y aun reclama que cada año sea más innovadora y restallante que el anterior.
«Marx pudo ser muchas cosas, pero no fue un asesino ni un banquero. ¿Tienen sus ideas la culpa de los crímenes de Stalin?», dispara Montserrat Álvarez.