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El otorgamiento por parte de la consultora Moody’s Investor Services de la calificación Baa3, la primera de su escala en el “grado de inversión”, para la deuda de largo plazo de Paraguay, es una noticia excelente más allá de cualquier otra consideración. El país ha recibido un formidable voto de confianza de la comunidad internacional financiera y de negocios, lo que augura importantes oportunidades para la economía nacional. Sin embargo, se trata de un gran paso, pero solo es un paso. Para que se pueda capitalizar, consolidar y seguir avanzando hay que insistir en lo que se está haciendo bien y, sobre todo, corregir los factores de riesgo señalados por la misma calificadora.
Pese al deterioro de la situación macroeconómica en la última década, pandemia de por medio, con un aumento muy significativo del endeudamiento público y del déficit fiscal, las calificadoras han mostrado una visión relativamente positiva del Paraguay, destacando que pudo sortear la crisis de mejor manera y con mayor estabilidad que otros países de la región, aunque aún con mucho por mejorar. Las tres más importantes, Standard & Poor’s, Fitch Ratings y la propia Moody’s, ubicaron al país en el último peldaño del grado todavía especulativo, a solo un escalón de pasar a la categoría superior, algo que en América del Sur solamente han conseguido Chile y Uruguay, y parcialmente Perú y Colombia, a los que se suma ahora Paraguay.
Moody’s tiene una escala de 21 rangos para su “calificación global de largo plazo”, donde Aaa es la mejor y más alta y C es la peor e indica cesación de pagos. La Baa3, donde ahora está Paraguay, está en el décimo lugar de la tabla e indica “capacidad adecuada para cumplir sus obligaciones financieras”, pero todavía con la salvedad de que “condiciones económicas adversas pueden debilitar su capacidad para cumplir sus pagos”. A partir de aquí para arriba todavía hay otros nueve niveles: Baa2, Baa1, A3, A2, A1, Aa3, Aa2, Aa1 y, finalmente, Aaa.
La importancia de estas calificaciones radica en que, guste o no, son las que toman de referencia los inversores, o más propiamente, los bancos y las casas bursátiles que manejan sus carteras y les aconsejan dónde y hasta dónde apostar sus capitales. Alcanzar el grado de inversión, aunque sea en la parte más baja, implica una ventaja muy relevante, no solamente con un efecto directo en la tasa de interés a la que puede aspirar Paraguay por la colocación de bonos y toma de préstamos, tanto a nivel público como privado, sino también en cuanto al tipo de inversionistas y la calidad de las inversiones que se verían atraídos hacia el país.
Moody’s expresó confianza en que la política económica y algunas leyes aprobadas, como la de contrataciones públicas y la de fusión de los organismos recaudadores en una sola institución, “contribuirán a mejorar la eficacia del Gobierno y el control de la corrupción en la prestación de servicios públicos”. Al mismo tiempo, manifiesta esperanza en que “la creación de la Superintendencia de Pensiones y la reforma paramétrica del fondo público de pensiones (Caja Fiscal) reduzcan los riesgos fiscales” a mediano plazo. A propósito, vale recordar que ni la una ni la otra se están implementando.
La evaluación de Moody’s va en línea con la del Fondo Monetario Internacional, que en su último informe considera que la situación macroeconómica paraguaya tenderá a estabilizarse en el corto plazo si el Gobierno cumple su compromiso de reducir el déficit hasta retornar al tope del 1,5% del PIB en 2026, pero en el largo plazo las necesidades de financiamiento estatal crecerán dramáticamente si no se realizan reformas profundas en el campo previsional, al punto de advertir de una posible “explosión de la deuda pública” en los próximos 30 años.
Otro factor es el institucional. Ahora que se apunta a otro tipo de inversionistas, es más crucial que nunca mostrar y demostrar que en Paraguay rigen el Estado de derecho, el respeto de las normas y la seguridad jurídica, algo que es importante para cualquiera, pero sobre todo para un país pequeño y periférico como el nuestro.
Para hacer una alegoría futbolera, con esta nueva calificación, que posiblemente será seguida por las de las otras evaluadoras, Paraguay sube a Primera División. El logro es importantísimo, pero ahora hay que jugar en otra categoría, con el desafío de mantenerse y ser competitivos. Si se hace lo que se debe, por qué no soñar con el gran campeonato del desarrollo nacional.