Tras una ardua labor en estos dos años de pandemia, el doctor Guillermo Sequera, director –actualmente con permiso– de Vigilancia de la Salud, está de lleno abocado a sus tesis que la realiza entre Barcelona y nuestro país. El tema se refiere a la tuberculosis principalmente y su relación con las prisiones. Cómo las prisiones enfermas también pueden enfermar a la comunidad con lo cual la seguridad en las prisiones debe ser ampliada también al ámbito de la salud desde el punto de vista epidemiológico.
En su evaluación epidemiológica responde a nuestras preguntas y asegura que en el 2021 el covid fue peor que el 2020, pero que el año 2022 tiene altas chances de ser el último de esta pandemia.
- Cuál es su visión de este año pandémico que está terminando? Con relación al 2020 ¿cómo lo puede calificar o cuál es la diferencia fundamental?
- El 2020 y el 2021 son muy diferentes. El primer año se puede separar cada semestre perfectamente y ese primer semestre está relacionado mucho más a la incertidumbre, de no saber ante lo que estábamos, la cuarentena total, que categóricamente fue muy buena para nuestro país, que nosotros estimábamos de que no iba a tener efecto, pero que al final sí tuvo resultados. Fue muy buena, la gente hizo un sacrificio con la cuarentena y eso hizo que tengamos una ola recién en el segundo semestre, una ola tardía, no picuda, aplanada, que continúa con el inicio de la variante Gamma, la brasileña, que empieza ya en marzo de este año.
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- ¿Cuáles fueron los momentos más difíciles para Ud.? y los más reconfortantes o felices?
En esa primera etapa de la incertidumbre para mí fue la más difícil. Por más racionalidad que uno le quiera poner no puede certificar con eso que disminuís la incertidumbre. Inclusive, podes aumentarla, no tenés certezas ni tranquilidad cuando más racionalidad quieras poner, puede ser todo lo contrario; nadie estaba seguro en esa etapa. Y era lo que yo sentía. En esos primeros meses realmente fue difícil llegar a casa y llorar... Llorar y ver que muchísima gente iba a morir en esa ola que no fue, que fue abortada por la cuarentena que se hizo. Luego tuvimos que desescalar con muchas cuestiones, que hoy podemos decir que fueron exageradas, pero bueno, en el diario del lunes todo siempre decimos que es más sencillo. Fuimos escalando en esa ola que no fue picuda y que el sistema al ir ampliándose podía digerir esa segundo etapa. Abrimos la frontera con el Brasil.
Obviamente en enero y febrero poca gente fue al Brasil -diez veces menos, pues si antes iban 250.000 cada año a vacacionar en verano, este año fueron 25.000-. La cantidad de viajes al Brasil se redujo al 10%, según los registros. Aun así el virus entró. Es que si no entra en la primera tanta, entra en la segunda o la tercera. Por eso, estrategias que hicieron países -que en principio aplaudimos-, estrategias de covid cero no pueden ser eternas así que hay que convivir con ellas.
- Una de sus frases más duras de este año fue “hendy!” Se cumplieron todas sus predicciones epidemiológicas? Pudimos haber cambiado algo?
- Había frases que decíamos, pero tal vez no era el momento de decirlas. Pero pasan. Entramos ya en la parte difícil de este año, el primer semestre de 2021, con la variante Gamma muy contagiosa, que prácticamente tuvo crecimiento exponencial de casos en marzo. La no llegada de las vacunas y el cambio de la gestión de Salud fue un temblor que puso a prueba toda la estructura. Para mí fue también fue un momento muy duro. Pero dentro de todo, el equipo de Vigilancia de la Salud que prácticamente estaba trabajando directamente con la pandemia fue el mismo. El mayor exceso de mortalidad tuvimos en ese momento. De las más de 16.000 muertes que tenemos el 90% se da en ese periodo. Y todos tenemos algún familiar, conocido, compañero que cayó en ese momento. No me imagino si esa ola nos tocaba con menos conocimiento del tratamiento, con un tercio de las camas tanto de terapia intensiva, como camas comunes o tan solo con la mitad. Fue un caos, pero iba a ser peor.
- Esperamos demasiado por las vacunas...
Tenemos el sistema de salud más precario de toda Sudamérica. Realmente iba a ser terrible. Fue terrible igualmente, pero -como dijimos- podría haber sido mucho peor. Así llegaron las vacunas. Tenemos la gestión más difícil de vacunas por un Programa Ampliado de Inmunizaciones. Tener 8 vacunas diferentes en un plan es lo más difícil. Uno, dos o tres de por sí, como mucho para una enfermedad, ya están bien. Yo cuando comento esto en los foros se agarran de la cabeza...¡8 vacunas diferentes! Estimar hacer los planes con intervalos diferentes con el riesgo de que se mezclen, que de hecho se mezclaron... Hasta países que tenían tres vacunas mezclaban imagínense, nosotros que nos manejamos con ocho. Por suerte, la evidencia demostró luego que mezclar es mejor y no fue una catástrofe. Pero es un tema de gestión muy difícil.
- Nos salvaron las vacunas donadas por Estados Unidos...
En junio y julio llegaron las millones de vacunas gracias a la cooperación de los EE.UU. Esto también mermó.
La epidemia toca un techo de contagio en el mismo momento que toca un techo del ritmo de vacunación en que llegamos a 100.000 por día y esos dos elementos hicieron que haya un abrupto descenso. Tuvimos miedo con las campañas por las elecciones municipales, que se dio en el medio de la tormenta de contagios. Pero no afectó. Se dio en los pueblos más pequeños facilitado por este proceso electoralista. Pero en números no se nota mucho, porque en los índices manda mucho lo que ocurre en las grandes ciudades que tienen sus números propios. Y eso marca el ritmo de la epidemia a nivel nacional y no se notó mucho en los pueblos. Pero los pueblos sí tuvieron sus pérdidas.
- Ahora en qué momento estamos?
- Y bueno estamos en una etapa que llamamos de luna de miel que no sabemos cuanto va a durar. Aprendimos que Delta prácticamente no hizo tanto daño a los países que sufrieron Gamma. Pasó en Brasil, pasó en Chile y otros países. ¿Por qué no en Paraguay? No somos extraterrestres. Nada especial tenemos en los genes los paraguayos, ni el tereré, ni nada, el virus afecta a todos, a toda la especie humana. Estamos en esta luna de miel que tiene cierta fragilidad, siempre la incertidumbre de no poder saber qué va a pasar. Pero me animo a decir que no tengo ese pesimismo que tenía el año pasado. Tenemos una lectura histórica de cómo se mueve el virus y eso ayuda mucho a los patrones epidemiológicos a hacer las proyecciones, tenemos un año y pico viendo como se comporta y me animo a decir que vamos a tener todavía un periodo de relativa tranquilidad, vamos a tener casos, vamos a tener brotes, puede ser que haya aumento de casos. Tenemos un bolsón muy importante de que somos el país con menos vacunados. Estamos peleando con Bolivia en la cola de países sin vacunados. Eso creo que también afecta, somos el último país más rural con Bolivia, con mayor porcentaje de ruralidad. El acceso a la salud todavía es difícil, pero el acceso a la salud no es tener un hospital cerca. Esa es la gran brecha del sistema.
- ¿Qué piensa de los negacionistas, antivacunas?
- Creo que los negacionistas del virus por lo menos dejaron de negar la epidemia, en todo ese momento tan crítico y aceptaron, pero se transformaron luego en negacionistas de las vacunas. Es que siempre las teorías de la conspiración son muy seductoras y atraen mucho. Son libres de creer y luchar por lo que creen. Nosotros tenemos la obligación de poner en la mesa nuestras verdades y luchar por eso y tratar de convencer. Finalmente, es una lucha de ideas, no solo contra el virus. Antivacunas hay, son pocos, hacen mucho ruido. A la gente que tiene dudas todavía les hace ruido y por ahí hace que nuestras campañas todavía no nos convenzan. Creo que el casa por casa de manera empática es lo que hace bien y no bajar los brazos cuando te dicen no en una casa. Hay que volver. Acompañar con otra campaña. Estamos en una fase en que sería interesante llegar al más del 70% de la población, y más todavía a la población adulta. Creo que por ahí está el target del virus con las personas de riesgo.
De los 16.000 muertos el 99% o más son personas mayores. Si evitamos muertes evitamos también las internaciones. También hay que apuntar a los niños para la vacunación
Pero en nuestro país tenemos que insistir todavía en vacunar a los adultos que son los que más saturan el sistema y toda esa catástrofe que tuvimos.
- Ahora que ya pasó ese primer momento tan candente ¿cómo lo ve? ¿Hicimos todo lo necesario? ¿Qué se hizo bien y qué se hizo mal?
- Hicimos lo necesario pero nunca va a ser suficiente ni para un país con sistema de salud robusto, con bienestar poderosos. Aquí la respuesta al covid no es solamente hacer como Suecia, donde le dijeron a la gente que se quedara en su casa 14 días y que se le va a pagar determinado monto. Es fácil así. Eso no es tener un Ministerio de Salud fuerte, sino un sistema de protección social fuerte que involucra a otros ministerios. Son otras sociedades. Entonces es fácil para ellos no hacer cuarentena. Y es ridículo que nos comparen con esos países o con Nueva Zelanda, meten en cuarentena a todo el mundo a cada rato. Tienen un Estado fuerte que te da un respaldo para aguantar un tiempo en que vacunar a la población y luego liberar. Nosotros hacemos lo que podemos.
¿Qué faltó tener? A mí me hubiese gustado tener una plataforma nacional de ilustres, de honorables, pero reales, como tenía Uruguay, con una mesa que no es vinculante para el Gobierno pero estaba allí. Igual que el Cotenai, por ejemplo para las vacunas, donde están el Ministerio de Salud, sociedades científicas, están las universidades, diferentes expertos sobre el tema. Hubiese esperado algo pero con todas las aristas que tiene la pandemia, grupos de trabajo. Como que esperábamos siempre del sistema de salud, qué nos decían los médicos. Entonces, la pandemia demostró que los médicos somos los que poco o menos sabemos. Sabemos cómo tratar al paciente, pero de esas medidas colectivas de cómo se mueve el virus, cómo hay que responder de manera poblacional. Esto superaba la respuesta de lo que podemos dar los médicos, a veces nos exigían mucho a los médicos para dar esas respuestas. Eso está mal.
- Entonces, ¿qué propone?
- Esperaba que las Universidades de Economía den respuestas, no soluciones, pero discutan, que las Facultades de Derecho discutan lo que hacíamos legalmente los médicos y con relación a la Constitución que siempre nos reclaman. Pero, eran la receta que podíamos dar los médicos para ese momento. Una discusión legal que podrían dar los grandes juristas del país, los filósofos debían discutir a quién vamos a dejar morir, estos temas sociales, en espacios de debates, no dejar todo en manos de los médicos. Facultades de Comunicación, sobre comunicación de riesgo... Hacer frente al Gobierno de manera constructiva y ayudar con eso, una discusión de pares, de expertos, no solamente de las facultades de medicina, de química, sicología, biología que sí estuvieron a la altura. Se sentían involucrados. Esperaba de otras áreas de la sociedad, porque el virus se metió en todas las áreas. Vi pocos espacios de discusión, como que todo se esperaba del Gobierno para que genere ese espacio. Para el próximo problema de esta envergadura tenemos que tener una estructura de discusión, de debate, de involucramiento como tuvieron los países asiáticos que tuvieron su experiencia de pandemias en los últimos diez o quince años y tal vez por eso lo sepan. Tuvieron que cerrar todo, usar mascarillas, medidas raras. Esa era la diferencia, que tenían ya su mecanismo y entonces activaron ahora.
- Algo light... Cuando había gente feliz que le gritaba en los vacunatorios que ya se curaba de solo verlo ¿qué sentía o pensaba?
- Ja ja ja no quiero responder... Esa que gritó allí era mi pariente, mi prima, hicieron el show y se volvió mediático.
- ¿Cuál es su previsión para el 2022? Se avecina otro momento como para decir hendy?
- En el 2021, el covid fue peor que el 2020, pero que el año 2022 tiene altas chances de ser el último de esta pandemia.
- Ahora que está como mirando desde afuera de la función pública, ¿qué cree que puede hacer mejor el Gobierno o el Ministerio de Salud?
- Hay que potenciar espacios de escuchar y empujar y dar facilidades para que las sociedades jóvenes se organicen. A la sociedad civil le cuesta organizarse. Si esperamos todo del Gobierno, va a ser lo mismo de siempre, esperar el caudillo, un dictador, el salvador. Tenemos que exigir, no con violencia, sino en forma organizada. Congregar a los expertos, los notables que hoy no pueden sentarse a discutir juntos en una mesa, porque lo que ocurre en la política también ocurre en la sociedad civil. Creo que es el momento de una reforma del sistema de salud, más que de salud del sistema de protección social donde salud es una de las patas muy importantes. El sistema de protección social no es tanto el sistema de salud que queremos, sino cuánto cuesta eso que queremos. Ese espacio de debate debe ir madurando y prendiendo. Si hay reforma constitucional no solo hay que discutir la reelección, sino este tema sanitario tiene que ser una discución y la sociedad civil debe estar muy empoderada.
- ¿Qué tal van sus estudios y podría contarnos sobre su tesis?
- La primera etapa es la más dificil. Estuve casi dos meses en Barcelona, en parte descansando, desconectándome un poco y concentrarme luego en mi tesis, con fondos de Conacyt, con ayuda de mis titutores del Hospital Clinic de Barcelona. Es el tema de tuberculosis principalmente y relacionado mucho a las prisiones y cómo las prisiones enfermas, también enferman a la comunidad. El concepto de seguridad debe ser ampliado hacia la salud. Las prisiones no deben ser un lugar para condenar a la enfermedad porque también eso condena al resto de la sociedad. Es el espíritu de la tesis, desde el punto de vista epidemiológico y molecular. Mi meta es entregar en marzo y defender el año que viene.