La canasta mecánica

La canasta mecánica
La canasta mecánicaArchivo, ABC Color

¡¡FELICIDADES!! -  Los deseos de felicidad han sido siempre la constante de los festejos para despedir a un año que se va y recibir al nuevo. Tampoco falta alguien que por ahí lanzan comentarios adversos respecto del año que pasó y recelos acerca de lo que deparará el flamante 2026.

El 25 nos bendijo con tantas cosas buenas. Por ejemplo, los Estados Unidos le retiraron la sanción de significativamente corrupto a Horacio Cartes, quien seguro ya tiene su visa y puede viajar, salir del país cuando él lo decida, aunque parece que todavía no tiene muchas ganas de viajar. A los hijos de HC también le habrán concedido la visa para viajar a Miami cuando tengan ganas. La alegría que existe por ese lado se notó cuando el periodista del Gobierno, también conocido como el Tilingo del Micrófono, entrevistó al Embajador Leite ante quien casi se prosternó y se deshizo en halagos, hurras y vítores.

Con todas estas maravillas que nos suceden, por qué nos cuesta tanto ser felices, ¿qué estamos pasando por alto? Robert Waldinger, psiquiatra y director del Estudio de Desarrollo Adulto de Harvard (la investigación más larga jamás realizada sobre la felicidad) tiene una respuesta tan clara como incómoda: hemos perdido de vista lo esencial.

Según Waldinger, el gran error moderno es pensar que el éxito es bienestar. Es un poco lo que seguramente les pasa a Santi Peña, a HC y a su entorno. Aunque ellos están mejor, que conste.

También dice Waldinger que, una de las grandes razones por las que nos cuesta encontrar satisfacción que dure de verdad, es que vivimos inmersos en una cultura que prioriza casi cualquier cosa antes que la experiencia humana real. Productividad, estatus, dinero, reconocimiento, eficiencia... Todo cuenta, menos cómo nos sentimos por dentro.

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Según Sonia Lyubomirsky, Experta en felicidad de la Universidad de California: No se necesita un gran gesto para cambiar la vida de alguien, basta con confiar en ella. No puedo imaginar cómo será la felicidad de Luz Candado y su familia, después de que, la pobre, descubrió los sobres del poder en el quincho de Mburuvichá Roga.

Como nunca he pertenecido a un sindicato ni me he valido de la fuerza del número (que suele ser la ley de los cobardes) para defender mis derechos. Yo solita nomás y en mi propio nombre, daré mi voto a la felicidad porque la quejumbrosidad se nos está convirtiendo en mala costumbre.

Por la gente creativa, inteligente, honesta, solidaria, con buen humor, que practica la poesía y el amor, voto a la felicidad.

Por quienes ejercen la tolerancia sin perder el espíritu crítico y saben actuar en consecuencia, voto a la felicidad.

Por quienes mantienen el propio sentido ético, no confunden felicidad con acumulación desmedida de dinero. Por quienes piensan, sienten, hablan, se comunican en sinceridad con sus semejantes, aman y disfrutan la vida… voto a la felicidad. Feliz 2026!

carlafabri@abc.com.py