¿Gracias a Itaipú o a causa de Itaipú?

En las numerosas ruedas de prensa que tuvimos en los primeros años de Itaipú con su entonces director general paraguayo, el Ing. Enzo Debernardi, –antes solo director general adjunto, del brasileño, quien entonces ostentaba el título de director general y nada menos que el poder del voto de desempate en el directorio ejecutivo de la entidad– decía y reiteraba que el Paraguay, con Itaipú, rompía la cadena de la dependencia energética.

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GENTILEZA

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Se refería, obviamente, a la cadena que se había forjado con los gruesos eslabones de los derivados del petróleo.

Recordemos, el aparato productivo del país, desde la perspectiva energética, tenía como principal base de sustentación usinas que quemaban petróleo y la pionera pequeña central del río Acaray.

¿Reflotar lo que siempre estuvo flotando?

Hoy, cuatro décadas después de la irrupción de los primeros MWh de Itaipú en la vida de los paraguayos, en rigor de una parte de la población paraguaya en la rebatiña de votos en esta nueva puja electoral que pone en escena la “clase política” paraguaya, vemos con cierto fastidio el intento de algunos imitadores de reflotar esa filosofía que en rigor estuvo flotando siempre.

“Si no hubiésemos tenido un gobierno colorado y paraguayo que se animaron en la construcción de la Itaipú o Yacyretá, en tener una empresa pública como la ANDE, les aseguro que el Paraguay sería hoy una aldea”.

Rescatamos como pieza susceptible de análisis la frase, en negritas, del material informativo que publicó un diario capitalino la última semana sobre la reunión de uno de los presidenciables con representantes de sindicatos y de trabajadores de la estatal, “quienes dieron su apoyo a la dupla Peña-Alliana con miras a los comicios generales del 30 de abril”, según añade el material.

Está claro que necesitamos explorar el párrafo en cuestión para localizar el mensaje que quiso transmitir el declarante.

La primera interpretación que se desprende, casi con lógica, de la frase en cuestión es la decisión " de un gobierno colorado y paraguayo que se animaron...” sic, “en la construcción de la Itaipú y Yacyretá a tener una empresa pública como la ANDE”, que la construcción de Itaipú y Yacyretá crearon las condiciones o la oportunidad para “tener una empresa pública como la ANDE, y que fue esa ANDE la que impidió que nuestro país se estancara en su proceso de crecimiento en el nivel de una aldea y no gracias a los eventuales aportes de Itaipú y Yacyretá.

Entonces, debió especificar que hablaba del crecimiento de la ANDE, porque la creación de la misma data del 29 de marzo de 1949, la que el 16 de diciembre de 1968 libraba al servicio la primera parte del hidroeléctrica nacional Acaray (Acaray I).

No nos detendremos mucho en la falta de concordancia de la que adolece el párrafo en cuestión - ... “si no hubiésemos tenido un gobierno colorado y paraguayo que se animaron en ...” sic., porque tal vez solo se trate de un lapsus linguae, sí, categóricamente, en “gobierno colorado y paraguayo”.

En rigor, el Tratado de Itaipú fue firmado hace 49 años, 11 meses y 58 días por el dictador militar, general Alfredo Stroessner, con la complicidad de la jerarquía de turno del Partido Colorado. El Tratado de Yacyretá, unos meses después –3 de diciembre de 1973– también.

La segunda probable interpretación

Vayamos a la segunda probable interpretación, a pesar de que el párrafo, tal como está redactado, no permite: gracias a que el Partido colorado construyó Itaipú y Yacyretá, y la gestión de una empresa como la ANDE, el Paraguay no es hoy una aldea.

Muy pronto, el Paraguay conocerá el costo real de la construcción de Itaipú, el destino específico de cada componente de ese costo, de cuyas entrañas pretenden hoy ignorar el costo real de la deuda espuria, así como de la doble indexación, también pagadas por el consumidor paraguayo de la energía de Itaipú, así como por la República del Paraguay en su condición de propietario por partes iguales del complejo y de su producto.

Yacyretá, el “monumento a la corrupción”

En Yacyretá, la obra bautizada por un presidente argentino en abril de 1990 como el “monumento a la corrupción”, las pérdidas paraguayas son aún mayores, porque en sus 28 años de producción, el país –mejor los que decidían en su nombre– quisieron utilizar apenas el 7% de la generación acumulada; permitieron que le fraccionaran en cuotitas –sin intereses– los beneficios que le reconocía del Tratado, que esas cuotitas le pagasen sin que se respeten los plazos y, una vez más, sin intereses, que hasta hoy adeuden al Paraguay más de US$ 1000 millones por el 80% y más del territorio que inunda Yacyretá, etc.

¿Qué hizo la ANDE ante la retahíla de atropellos que perpetraron nuestros socios en ambas binacionales contra los intereses del socio menor?

De acuerdo con las fuentes consultadas, no cumple siquiera la función que la asigna el Tratado de Itaipú y por la que le reconoce el pago de un “resarcimiento por cargas de administración y supervisión relacionadas con Itaipú”.

En Yacyretá ni siquiera ocupa los cargos que ocupa en el Consejo de Administración de Itaipú, organismo que en la binacional paraguayo/argentina se convirtió una suerte de afortunada pasantía para ciertos políticos y parapolíticos de la fracción mandante del Partido Colorado.

¿Se rompió la cadena de la dependencia?

¿Tenía razón Debernardi cuando sostenía que con Itaipú el Paraguay se liberó de la dependencia del petróleo?

Veamos los hechos o, mejor, los documentos que recogen esos hechos.

De acuerdo con el Balance Energético Nacional que el Viceministerio de Minas y Energía publica, por cierto con un año de atraso; capítulo Estructura de la matriz energética, en el ejercicio 2021, el 41% del consumo del país correspondía a la biomasa, también 41% a los derivados del petróleo y solo 18% a la hidroenergía, en definitiva a la electricidad que suministran Itaipú, Yacyretá y Acaray.

En otras palabras, 38 años después (1984/2022) después de la habilitación de Itaipú como proveedora de energía, los eslabones de la cadena de la dependencia siguen tan sólidas como antes de la irrupción de Itaipú. En efecto, el eslabón de los subproductos de nuestros agónicos bosques, así como de los derivados del petróleo tienen un 82% de grosor, contra un endeble 18% de la energía eléctrica.

No debemos olvidar cómo se desbocaron los precios, especialmente de los productos que integran las canastas que cotidianamente nos afectan debido al salto de la cotización del petróleo en el mercado internacional.

El nuevo enfoque que necesita el país

Hoy, en los umbrales del 50 aniversario del Tratado de Itaipú, gracias a la mayor cantidad de informes, datos, regateados algunos, filtrados otros, a la dedicación de estudiosos locales y especialistas extranjeros, el ciudadano, por cuyo voto compiten los presidenciables está en condiciones de preguntarles cuánto le pagaron por el 82,1% de la energía paraguaya que cedieron al Brasil en sus transcurridos 38 años de producción y del 86% de la mitad paraguaya de Yacyretá en sus 28 años de generación y, lo principal, cuánto dejaron de pagar si se hubiera respetado el principio del Justo Precio comprometido por el Acta Final de Foz de Yguazú y en el considerando del Tratado de Itaipú.

Especialistas como Miguel Carter, quien tomó la posta que Jeffrey Saschs había dejado en 2012, luego de varios años de estudiar el caso, demostró en conferencias y publicaciones en Asunción, la última el año pasado, que la causa real del recurrente infortunio paraguayo se debió a la insólita generosidad de los gobiernos de turno del Paraguay con sus socios en ambas binacionales.

Carter reiteró el año pasado, en el Centro Cultural Paraguayo-Americano, que la economía paraguaya, entre 1985 y 2021 perdió una fortuna que hubiera duplicado la inversión pública en Educación, en Salud e invertido la diferencia, aún cuantiosa, en las obras de infraestructura, inclusive eléctricas, que a gritos pide el país.

El especialista paraguayo/norteamericano estudió el comportamiento de los precios en cinco mercados del Brasil –mayorista, industrial, del petróleo, hidroeléctrica y residencial–.

Comparó la suma que recibió el Paraguay en concepto de compensación por energía cedida con el precio vigente en los cinco mercados para llegar la suma explorada, la suma que no percibió el Paraguay en ese lapso.

Explicó que llegó a esa cantidad luego de cotejar los precios que regía en el lapso que estudió con la suma que recibió el Paraguay. Para facilitar la aprehensión de sus conclusiones, optó por un promedio de los cinco andariveles del mercado energético del vecino país.

Con ese método concluyó entre 1985 y 2021, nuestro país recibió, con valores indexados a los precios del 2016, US$ 6.200 millones. Por consiguiente no recibió US$ 77.300 millones, al restar el pago real al Paraguay con el promedio de las cantidades que debió recibir si se le pagaba con los precios vigentes en los mercados de referencia.

Carter no se limitó a ponerle números a la pérdida paraguaya en Itaipú, también les puso números a las pérdidas del PIB paraguayo por ese motivo.

Concluyó que en los 36 años que estudió, el PIB real acumulado de nuestro país, con valores indexados a los precios de 2016, fue de US$ 898,1 mil millones, monto al que si se hubiera adicionado los US$ 77,3 mil millones, más el efecto multiplicador, etc, saltaba a US$ 1.077,6 mil millones, US$ 179,4 mil millones más.

Con esa diferencia, apuntaba, pudo duplicarse el gasto público en salud, duplicado el gasto público en educación y aún hubiera sobrado casi US$ 29 mil millones para modernizar la infraestructura de transporte, ampliar el uso de la energía eléctrica, reducir la pobreza y apoyar la agricultura familiar. “El Paraguay, en suma, podría haber sido otro país”, concluía.

Tratado

El Tratado de Itaipú fue firmado hace casi 50 años por el dictador militar Alfredo Stroessner, con la complicidad de la jerarquía de turno del Partido Colorado.

Solo 7%

En 28 años de producción de Yacyretá, el país –mejor los que decidían en su nombre– quisieron utilizar apenas el 7% de la generación acumulada.

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