Pese a que la atención médica se brinda con normalidad este 25 de diciembre en el Hospital Central del IPS, familiares de pacientes denuncian que las condiciones edilicias son “lamentables” y comprometen el bienestar de quienes se encuentran internados. Relataron que se hallan rodeados de un ambiente que consideran inadecuado tanto para personas en situación de vulnerabilidad sanitaria como para quienes las acompañan.
Según las imágenes compartidas, una de las áreas más deterioradas es el cuarto piso, correspondiente a Clínica Médica. Las paredes presentan suciedad acumulada y partes del piso están completamente rotas e intransitables. En ciertos sectores incluso se colocaron cartones para cubrir filtraciones por goteras.
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También los baños en ese sector están inutilizables, varios de ellos clausurados, otros taponados y sin agua, relataron. Toda esa situación expone a los pacientes que ya se encuentra en situaciones complicadas de salud.
La basura es otro problema, pues en varios rincones hay pilas de bolsas y cajas acumuladas. “En la parte de la morgue hay un tinglado que tiene basuras acumuladas hasta el techo”, aseguraron.
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“La situación del Hospital Central es deplorable. Los baños están trancados y clausurados. Solo uno de los tres ascensores del edificio funciona; el césped está muy alto, el cielo raso y el piso están rotos y permiten el flujo de agua, además de cúmulos de basura patológica, explicó el familiar de un paciente internado en el hospital, quien pidió el anonimato.
Sin medicamentos ni insumos
Paralelamente, persiste la queja recurrente de falta de insumos y medicamentos. Un familiar de un internado relató que le piden hasta lo básico, como leukoplast y tiras de prueba de diabetes, por ejemplo.
Además, el ascensor del edificio continúa fuera de servicio, lo que obliga a trasladar pacientes —algunos con movilidad reducida— a través de las escaleras, un esfuerzo físico que muchas veces recae en sus propios familiares.
Estos problemas en este hospital no son nuevos, no obstante, pasar la Navidad en este contexto vuelve aún más evidente el abandono y la precariedad con la que deben convivir pacientes, familiares y personal médico.
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