El otro crecimiento

Terminamos el año con una buena noticia: la economía del país creció un seis por ciento en el último trimestre. Desde hace 20 años está creciendo.

Al mismo tiempo decrecen, conforme podemos ver hoy, los hospitales públicos, los locales escolares, el paisaje de la capital del país, en fin, no terminaríamos de enumerar los problemas que contradicen el crecimiento económico. Pero en lo que más hemos retrocedido es en el orden moral, donde más necesitamos crecer.

Cada día los medios de comunicación nos hacen saber de algún acto de corrupción cometido con total impunidad, lo que alienta la multiplicación de los casos. Entre otros, están cinco intendentes municipales denunciados por corrupción, pero los diputados cartistas y satélites decidieron salvarlos de la intervención solicitada por las respectivas Juntas Municipales.

La otra actualidad es el detallado informe de la Contraloría General de la República sobre la administración de Petropar cuyo titular, Eddie Jara, deja registrado muchas y graves inconsistencias en su declaración jurada. Una de ellas es la millonaria transferencia a su cuenta personal del dinero público. Este hecho coincide con su ostentosa vida junto a su pareja, la diputada cartista, Johana Vega, también observada por la Contraloría en la construcción de un lujoso edificio del que la diputada se desprendió a la disparada cuando se publicó en la prensa. Se sospecha que es una maniobra para “marear” al organismo de control.

Lo bueno que tienen los nuevos ricos -con el dinero público- es su irresistible tendencia a la ostentación. Bueno en el sentido de que se están denunciando a sí mismos. Pasa igual con los acusados de graves hechos delictivos que enredan la orden judicial para evitar el juicio oral y público. Saben que los fiscales presentarán las pruebas que podrían condenarlos. Si fuesen inocentes, se apurarían en que se conozca la verdad.

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La Contraloría General de la República funciona de un modo muy contradictorio. Revisa los papeles de Petropar, por ejemplo, pero no lo hace con Itaipú donde cada día saltan los hechos más escandalosos. Ahora mismo está gastando 850 mil dólares en arbolitos navideños y otras chucherías de ocasión. Sobre estos gastos nunca se sabrá cuánto dinero se utilizó realmente, y cómo se utilizó. Pasa lo mismo con los famosos pupitres chinos y tantas otras derogaciones hechas a espaldas de las entidades creadas para controlar los gastos públicos. El ministro de la Corte Suprema de Justicia, Víctor Ríos, había dicho que la Contraloría no tiene ningún impedimento legal para revisar los papeles de Itaipú. Entonces ¿por qué no lo hace? Del lado brasileño, por orden del presidente Lula, Itaipú publica las erogaciones acerca de los gastos sociales, nuestro gran agujero negro.

Sin agotar los casos del presente año, tenemos a seis ministros de la Corte Suprema de Justicia que intentaron jugar a las escondidas. Armaron una reunión con el presidente de la República y el titular del Partido Colorado en Mburuvicha Roga. Un periódico reveló la información. Luego de varios días de silencio, en atención a la mala conciencia, por fin se dio la noticia pero sin que se explique el motivo del encuentro que dio lugar a otro hecho novelesco: Santiago Peña admitió que en la reunión asistió Horacio Cartes, pero enseguida la negó. O sea, Cartes estuvo pero no estuvo.

Es de suponer que se llega como ministro de la Corte Suprema de Justicia luego de una carrera profesional sólida que incluye muchos años de estudios. Se deduce, entonces, que el conocimiento académico no implica el ejercicio de la ética.

Como despedida del año, el Palacio de Justicia fue el escenario de un espectáculo que indigna. La conocida activista contra la corrupción y la impunidad, Esther Roa, fue detenida por ejercer su derecho a la libertad de expresión. Este solo caso denuncia el nivel de nuestra justicia.

Del otro crecimiento, la inmoralidad, no habla el gobierno.

alcibiades@abc.com.py