Lista de deseos sexuales para Papá Noel: hábitos que tenés que adoptar con tu pareja estas fiestas

Navidad en pareja.
Navidad en pareja.Shutterstock

Mientras los árboles se llenan de luces y las listas de regalos se acumulan, hay un tema que rara vez entra en la conversación navideña: el deseo sexual. Las Fiestas suelen venir cargadas de mandatos familiares, balances de fin de año y cierto cansancio colectivo. Pero también pueden ser una oportunidad para revisar cómo se vive la intimidad en pareja y qué hábitos vale la pena sumar —o dejar atrás— antes de brindar.

El deseo no aparece “por arte de magia” la noche del 24 o del 31. Se construye a partir de pequeñas decisiones cotidianas, muchas veces más vinculadas a la comunicación y al cuidado mutuo que a una “gran noche perfecta”.

Lejos de matar el deseo, reservar tiempos específicos para estar a solas puede ser la única forma realista de que la sexualidad no quede siempre al final de la lista.
Lejos de matar el deseo, reservar tiempos específicos para estar a solas puede ser la única forma realista de que la sexualidad no quede siempre al final de la lista.

En ese contexto, pensar una “lista de deseos sexuales para Papá Noel” no se trata de pedir juguetes o escenas de película, sino de redactar, en clave de humor y complicidad, un contrato íntimo mejorado: acuerdos, hábitos y gestos que pueden transformar cómo se vive el erotismo en la relación.

Desarmar el mito de “la mejor noche del año”

La cultura pop insiste en que Navidad y Año Nuevo deben ser momentos mágicos también en la cama. Ese imaginario, señalan especialistas en salud sexual, suele generar el efecto contrario: presión, frustración y la sensación de que “algo está mal” si no hay un encuentro espectacular después del brindis.

La cultura pop insiste en que Navidad y Año Nuevo deben ser momentos mágicos también en la cama.
La cultura pop insiste en que Navidad y Año Nuevo deben ser momentos mágicos también en la cama.

En la práctica, muchas parejas llegan a esas noches agotadas: cocinar para mucha gente, horas en la ruta, discusiones familiares, consumo de alcohol y pocas horas de sueño no son precisamente la antesala ideal para el deseo.

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El primer “deseo” razonable, entonces, es bajarle el volumen a las expectativas: habilitar la posibilidad de que la intimidad no tenga que ocurrir sí o sí en la madrugada del 24 o del 31, sino cuando el cuerpo y la cabeza lo permitan.

Elegir otro día, otra hora o incluso otro formato de encuentro puede ser mucho más saludable que forzar una escena solo porque “toca”.

Hablar de sexo antes del sexo

Si algo repiten terapeutas de pareja es que muchas crisis en la cama no se originan en la falta de deseo, sino en la falta de diálogo. Las Fiestas, con su lógica de balances y propósitos, pueden ser una excusa válida para tener una conversación que muchas veces se patea para más adelante.

No se trata de un “examen” sobre el desempeño del otro, sino de una charla en tono de complicidad:

  • Qué funcionó bien este año en la intimidad.
  • Qué se extraña o se dejó de hacer.
  • Qué gustaría probar, y qué definitivamente no.
  • Qué condiciones ayudan a que aparezcan las ganas (tiempos, contextos, gestos previos).

Lo central es que esa conversación esté atravesada por el consentimiento y la empatía. No hay “deber ser”: cada pareja puede renegociar su propio mapa erótico, siempre que haya acuerdo mutuo y respeto por los límites.

Poner el deseo en agenda (sin que pierda magia)

Para muchas parejas, sobre todo con hijos, trabajos demandantes o responsabilidades de cuidado, la espontaneidad es un lujo escaso. De ahí que profesionales de la salud mental y sexual hace tiempo reivindican una idea que antes sonaba casi sacrílega: agendar la intimidad.

Lejos de matar el deseo, reservar tiempos específicos para estar a solas puede ser la única forma realista de que la sexualidad no quede siempre al final de la lista. Puede ser una tarde, una noche sin pantallas, un desayuno largo después de una fiesta, o incluso una escapada breve.

En el contexto de diciembre, ese gesto implica coordinar:

  • Quién se ocupa de los preparativos familiares.
  • En qué momento del día la pareja sabe que no va a estar exhausta.
  • Cómo organizar la logística (cuidado de hijos, traslados, compromisos sociales).

Convertir una noche cualquiera de diciembre en “nuestra noche” puede ser un regalo más efectivo que cualquier objeto envuelto debajo del árbol.

Cuidar el cuerpo… y cómo lo miramos

Las Fiestas también intensifican la presión estética: balances físicos, chistes sobre “los kilos de más” y comentarios familiares que, aunque parezcan inocentes, pueden afectar la autoestima. Ese ruido mental suele colarse en la cama y cortar el deseo.

Evitar comentarios irónicos o críticos sobre el físico propio y ajeno es una buena práctica esta Navidad.
Evitar comentarios irónicos o críticos sobre el físico propio y ajeno es una buena práctica esta Navidad.

Un hábito clave para la lista de deseos de este año puede ser un pacto explícito de cuidado corporal mutuo:

  • Evitar comentarios irónicos o críticos sobre el físico propio y ajeno.
  • Enfocar los elogios en el deseo y el disfrute, no en medidas ni “perfección”.
  • Habilitar que cada persona se muestre como se sienta más cómoda: con qué ropa, con qué luces, en qué posiciones, a qué ritmo.

Distintos estudios en psicología sexual marcan que cuanto mayor es la aceptación del propio cuerpo, más fácil resulta entregarse al placer. En pareja, ese clima no se construye con frases hechas, sino con una mirada genuinamente amorosa y sin juicio.

Recuperar el juego: erotismo más allá del “acto”

Otra idea que suele aparecer en consultorios es que muchas parejas reducen su vida sexual a una secuencia rápida, casi automática, donde siempre pasa “lo mismo”. Las Fiestas invitan a recuperar algo que muchas veces se pierde con los años: el juego.

El juego erótico puede adoptar formas muy diversas, sin necesidad de recurrir a escenas explícitas ni a objetos que incomoden:

  • Masajes largos sin apuro, como regalo de fin de año.
  • Bailar a solas después del brindis, sin mirar el celular.
  • Armar una “caja de deseos” donde cada uno anote, en papelitos, qué le gustaría recibir o hacer en 2026, y leerlos en confianza.

Lo importante no es la espectacularidad, sino la intención: salir del piloto automático y permitir que la curiosidad vuelva a tener lugar en la intimidad.

Negociar el lugar de las pantallas

El celular en la mesa navideña ya genera polémica; en la cama, muchas veces es un enemigo silencioso. Notificaciones constantes, redes sociales abiertas hasta tarde, mensajes de grupos familiares: todo eso erosiona el tiempo de calidad en pareja.

Un acuerdo concreto para esta temporada puede ser declarar ciertos momentos “zona libre de pantallas”: antes de dormir, al despertarse o en esas horas clave en que la pareja intenta conectarse. No se trata de demonizar la tecnología —que incluso puede usarse para enviar mensajes sugerentes o sostener el vínculo a distancia—, sino de que no ocupe el lugar central.

Varios estudios sobre bienestar relacional vinculan la desconexión digital con una mayor satisfacción en la vida sexual y afectiva. El gesto de dejar el teléfono lejos de la cama puede ser más erótico de lo que parece.

Reafirmar el consentimiento, también en pareja estable

En el imaginario social persiste la idea de que, una vez establecida la pareja, el consentimiento es una especie de “acuerdo permanente”. Especialistas en educación sexual insisten en lo contrario: cada encuentro, cada práctica y cada propuesta necesitan un “sí” renovado.

Estas Fiestas pueden ser una oportunidad para revisar cómo se da ese consentimiento:

  • ¿Hay confianza para decir “no tengo ganas” sin culpa ni represalia?
  • ¿Se aceptan los rechazos sin dramatizar ni presionar?
  • ¿Se pregunta, explícitamente, antes de probar algo nuevo?

Lejos de apagar el erotismo, el consentimiento claro suele potenciarlo: cuando se sabe que un “no” será respetado, los “sí” ganan en intensidad y autenticidad.

En un diciembre atravesado por la prisa, proponerse un erotismo más consciente y más amable puede ser, para muchas parejas, el verdadero regalo de fin de año.